Por Ricardo Gálvez del Bosque
La congresista Susel Paredes, este lunes, tuvo unas declaraciones que nos demuestran que le gusta ver la paja en ojo ajeno, pero se rehúsa a ver la viga que tiene al frente.
La congresista, en diálogo con un reportero de Canal N, indicó que el cortejo de la derecha con el cerronismo para controlar la Mesa Directiva sería una “alianza degenerada” que la pone “muy desconfiada”.
Sí, desde este espacio hemos criticado duramente la actitud de ciertos congresistas de derecha que ahora hacen coqueteos públicos con Cerrón y familia (ver el post aquí ). Pero, no por eso podemos hacernos a los ciegos ante aquellos que se convierten en aliados – formales y legales – de golpistas, extremistas, antidemócratas, investigados por corrupción y escuderos de corruptos. Por tanto, resulta irónica la desconfianza de parte de Susel Paredes tras su reciente alianza nefasta.
¿O será que Paredes no sabe que se ha unido a la bancada de Bermejo y Sánchez? ¿O no los conoce? ¿No ha leído los periódicos durante 3 años? ¿Desconoce del papel de Sánchez en el gobierno de Castillo, y de su apoyo explícito al prófugo Juan Silva (que, dizque, ella persiguió)? ¿Ellos no le generan desconfianza? Entonces, ¿con qué cara? ¿O creerá que nadie se ha dado cuenta de su propio viraje degenerado (para usar sus propias palabras)?
Nos preguntamos si Susel Paredes, al convertirse en aliada de Bermejo (alias “pelotudeces democráticas”) y de Sánchez, ¿seguirá representando a ese elector republicano, progresista, demócrata y de centro que votó por el partido morado? ¿Su votante considerará leal que haya cruzado esa línea a cambio de “una mayor opción de participar en comisiones y mayor tiempo para mis intervenciones”? ¿Sí?
Entonces, ¿qué sería más decepcionante? ¿Que cierto sector de derecha actúe, cuestionablemente, como uno se imaginaba? ¿O que alguien que con cierta credibilidad por sus posiciones pasadas traicione sus principios?
A nosotros también nos preocupan y avergüenzan esas alianzas, y en eso estamos de acuerdo con lo que dice Paredes. El problema es que – ¡ay, caramba! – por similares motivos ella misma ha hecho su propia alianza degenerada. Por tanto, escuchar sus críticas y llamados de atención ha sido como ver a un burro hablando de orejas.
Una pizca de coherencia y de humildad nunca caen mal. Y ojo, esta crítica no implica desconocer o ningunear las luchas sobre causas justas y difíciles que ha emprendido Paredes. Eso va por cuerdas separadas. Sin embargo, no podemos hacernos a los locos con el hecho de que su decisión tiene como consecuencia un costo político que debe asumir: el desprestigio de su imagen y su falta de coherencia.
Imagen: Canal N