Mientras seguimos sin una clara y célere solución al derrame de petróleo que ha contaminado el océano peruano y nos queda tener que seguir soportando comunicados patéticos de REPSOL en los que detallan que no fueron “X” barriles, sino “X-2” (por usar referencias generales), como si eso les eximiese de responsabilidad alguna, el presidente Pedro Castillo continúa por la senda de la incertidumbre y precariedad de mando. En mi columna de la semana pasada, “Petróleo asesino” ( ver aquí), se dejó bien en claro que el gobierno, quien representa al Estado peruano, no puede quedarse de brazos cruzados esperando con una paciencia que impacienta el accionar iluso que REPSOL asumirá los costos de la limpieza del mar. No, el gobierno debe en el más breve plazo contratar a las empresas nacionales o internacionales que se dediquen a este rubro y no escatimar en gasto alguno porque nuestros recursos naturales y el trabajo de miles de personas peligran seriamente. Lógicamente, el Estado se reembolsará a futuro tras un laudo arbitral, fallo judicial o cualquier otro recurso que se imponga entre las partes en disputa, pero lo importante ahora mismo es actuar.
En medio de este tremendo problema, fuimos testigos a inicios de la semana pasada de una entrevista en dos partes del reconocido periodista mexicano Fernando del Rincón, quien labora para la cadena internacional CNN. En una batería de preguntas interesantes y por qué no picantes, logró esbozar las posturas actuales del presidente Pedro Castillo frente a varios temas de su gestión y personajes cercanos. ¿El resultado? Muchas dudas y cada vez menos certezas…
El desconocimiento de lo que sucede dentro del gobierno que él teóricamente lidera cuestiona el liderazgo que todo presidente debería denotar antes sus ministros, asesores y demás funcionarios. Dijo en la entrevista con del Rincón desconocer los detalles de las visitas de Karelim López a diversas entidades y que incluso no estaba informado que ella le estaba organizando la fiesta de cumpleañeros a su menor hija. ¿Es esto creíble?
Sobre los ascensos en los mandos militares y policiales también dejó severas dudas sobre su posición política, optando por pretender desconocer de la materia o de su participación en ello. Y así fueron sumándose uno a uno los temas: Cerrón, Pacheco, Bellido, diversos ministros, etc., dejando en todos ellos la poca claridad en las respuestas y posiciones que ya nos tiene acostumbrados el presidente de nuestro Perú.
Sin embargo, hubo algunos temas y comentarios que sí nos generaron mayores sorpresas y hasta incluso indignaciones. Indicó que él no había sido preparado ni entrenado para ser presidente y que estaba “aprendiendo” ahora mismo que ocupa dicho cargo. ¿Tan mal asesorado puede estar el presidente Pedro Castillo? No se puede procesar cómo alguien que tiene en su poder las riendas para guiar la suerte del país por 5 años, salga a un medio internacional a manifestar que está aprendiendo a gobernar, con los errores y lecciones que ello involucra. ¿En plena pandemia y crisis económica estamos dispuestos y podemos tolerar que todo un gobierno cometa errores habituales que un proceso de aprendizaje tiene? Una desafortunada respuesta; terrible. Por otro lado, la postura difusa que mantiene a la fecha el presidente sobre brindarle una salida al mar a Bolivia a través de una playa o sector entre Moquegua y Tacna. Se sabe gracias a la prensa que el ciudadano Pedro Castillo siempre se mostró a favor de una medida similar, pero dicho ciudadano se convirtió ahora en la persona que ha jurado ante la Constitución del Perú defender y procurar el bien para nuestros recursos y soberanía nacional. Claramente, dicha soberanía involucra el íntegro de nuestro territorio, continental, marítimo, aéreo y fluvial. El presidente Castillo no puede olvidarse jamás que la Patria no se vende, entrega o regala. Nadie, creo, avalaría esta medida, medida que incluso podría lindar con una traición a la patria si llegase a firmar alguna resolución que entregue territorio al vecino país altiplánico.
En muchas partes de la comentada entrevista, el periodista mexicano le preguntó al presidente Castillo si terminaría su gestión y él ha respondido con seguridad que sí y que saldría de palacio el 28 de julio de 2026 como lo dicta la Constitución peruana. Muchos quienes defendemos el Estado de Derecho y la figura presidencial estamos convencidos que un mandatario debe cumplir el periodo que la carta magna asigna, salvo que cometa o caiga en alguna de las causales de vacancia, incluyendo también los motivos puntuales por los que se le podría acusar constitucionalmente a un presidente que derive en su pedido de destitución. Esta última es una figura legal que tiene el Congreso y que, si bien toma un plazo razonable de tiempo, podría iniciarse si la causal tiene el sustento requerido por la norma. Hoy más que nunca, la oposición ha vuelto a depositar sus ojos en el presidente Castillo y buscará de cualquier forma llenar de evidencia un nuevo pedido de vacancia o de acusación constitucional para destituirlo en algún momento de este año 2022 que recién inicia.
Ahora bien, no sólo nuestros recursos y soberanía son pilares nacionales que nunca podrán negociarse con terceros, sino que también lo es la libertad; aquel derecho que tienen personas naturales y jurídicas para poder desarrollarse dentro del territorio patrio. Entre estos grupos humanos, tenemos a la prensa, a quienes muchos consideran un cuarto poder estatal por el valor de sus aportes a la información y comunicación a lo largo del Perú. En consecuencia, todo medio periodístico tiene el derecho a la libertad de expresión de sus pensamientos, opiniones y críticas, siempre que estas partan de hechos reales y que no caigan en difamaciones o medias verdades. Medios afines al gobierno de turno o de marcada oposición al mismo deben tener los mismos espacios y oportunidades para realizar su trabajo. Es por ello que desde Punto Medio, tomamos con mucha preocupación la medida fiscal ejecutada contra el espacio PBO y exigimos una pronta aclaración de lo que ha pasado en este caso.
Esperamos, una vez más, que el gobierno pueda definir sus rumbos prontamente y más ahora cuando nos hemos quedado sin ministro del Interior en un contexto donde la inseguridad ciudadana se vuelve un flagelo que cada vez pega más. Es evidente que hay un divorcio comunicacional entre el presidente, la premier y los ministros que, por el bien del país, esperemos pronto cese. Mientras tanto, sólo nos queda seguir vigilantes y resistiendo la realidad que nos ha tocado en el presente quinquenio.
Foto: Presidencia