Para muchos, tras escuchar las declaraciones de este fin de semana de algunos congresistas, nos quedaría claro de que la “brillante” estrategia que tendrían en el Parlamento sería escudarse en la ley – leguleyada, más bien- que pretende regular la Cuestión de Confianza (CdC) que mencionamos aquí . Desnudado ese plan, nos quedaría claro que no estarían a la altura de las circunstancias porque no pueden ser mínimamente consecuentes. Y es que, lo que dicen valdría igual que la “palabra de maestro” que desprestigió Pedro Castillo.
Ambos discursos, el del Congreso y el Ejecutivo, se estarían devaluando como nuestra moneda frente al dólar. Lo que nos estaría indicando la oposición – en el verbo – es que existirían ministros asociados, nada más y nada menos que, al terrorismo. Entonces, de creer en sus discursos que parecieran venir desde la convicción, esperaríamos reacciones céleres y principistas dada la gravedad de sus denuncias, ¿no? Y, ¿eso es lo que obtenemos?
Tememos decirles que no: primero estaría la defensa de la quincena de dichos congresistas. Sí, esa quincena que muchos hemos dejado de recibir tras la crisis económica que trajo la pandemia. Bueno, pues, ese abono en cuenta es mucho más grande que cualquier indignación que puedan exagerar algunos políticos en sus discursos.
Seamos claros, pues. Sus palabras serían solo para la tribuna. Es más, buscan enamorar a su público, ¿no? Los escuchamos, los reenviamos por redes sociales y decimos “¡qué bien! Ese político sí me representa.” De ahí nos olvidamos y pasamos la página. Si fueron consecuentes o no, ¿qué importa? El discurso, el tono de voz estuvieron bacanes.
Bueno, pues. Advertimos que, muchos congresistas de oposición que gritan por todos los medios disponibles que fiscalizarán a este Gobierno, serían en realidad un fraude. Muchos estarían optando por terminar escondiéndose detrás de la leguleyada para defender su sueldo y su curul. Además, no querrían darse cuenta de que con esa actuación le demuestran al Ejecutivo cuál es su flanco débil.
Es importante que estos congresistas sepan que, cuando les llegue la disolución que ya les anunciaron – situación que sin duda va a llegar, porque si hay algo que reconocerle a este Gobierno es que amenazan en voz alta – muchos los señalaremos a ellos mismos como culpables de ese nefasto desenlace. Por torpes y negligentes. Por pretender “defender la democracia” con leguleyadas inconstitucionales, en reemplazo de los principios firmes que deberían tener y no tendrían.
En fin.
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