Por Gabriel Moreno Alcántara
Una vez más, la empresaria y actual congresista Rosselli Amuruz se ha visto envuelta en un escándalo que tiene más de 3 aristas. No sólo se le conoció que aun estando con la pandemia encima y con el estado de emergencia activo, ella organizaba su fiesta cumpleañera con poca restricción o control que la medida estatal dictaba, sino que al día de hoy sigue sin haber aprendido a limitarse según el alto cargo público que ostenta.
Resulta que Amuruz llegó a participar en la celebración cumpleañera de su pareja actual, el excongresista Paul García, 2 días después que su colega y excompañero de mesa directiva, Hernando Guerra García, perdiese la vida súbitamente. A través de la prensa se pudo ver cómo ella celebraba, bailaba y brindada sin ninguna señal de pena o aflicción. Claro es que no era familiar de Rosselli Amuruz el excongresista fallecido, pero por una mínima cuota ética, si es compañero de un cuarteto directivo de un poder estatal, tomas otras acciones. Por otro lado, en esa misma celebración ocurrida en Lince, hubo un fatal incidente que terminó con una persona fallecida tras un crimen. Es decir, la jarana cumpleañera de la pareja de Amuruz terminó con un crimen.
Ahora bien, para mala suerte de Amuruz y para respeto de la ciudadanía, este caso de la fiesta con crimen de por medio trajo una ola de destapes en torno a la congresista y trabajadores afines a su despacho. Resulta que la cuñada de Amuruz trabaja para ella dentro del Congreso. Y aun cuando la ley no alcance a este vínculo cuando no exista la unión legal establecida, ¿no les parece una falta ética de plano? Esto sin contar que hay otro grupo de trabajadores afín a su entorno, incluso cuando las calificaciones de cada uno no calzan con los requerimientos del puesto de trabajo congresal. Mero amiguismo y hasta eventuales pagos de favores. Y ya como para ponerle la cereza al keke que no debe faltar en ninguna de las farras de Amuruz, se descubrió que en semana de representación parlamentaria, ella disponía del tiempo “libre” para viajar al extranjero aparentemente con su pareja para vacacionar o hacer actividades ajenas al tiempo parlamentario asignado para tomar contacto con el electorado. Recordemos que Amuruz es una congresista elegida por Lima. Lo más serio del caso es que la parlamentaria cobraba el bono de representación cuando no ejecutaba actividades oficiales. Entonces, fuera de las faltas éticas, ¿habría aquí un caso penal de malversación de fondos del tesoro público? Las autoridades pertinentes tendrían que abrir una investigación al respecto.
En medios de prensa se ha visto cómo Rosselli Amuruz se ha contradicho a sí misma, cayendo en mentiras. Los videos y trabajos de investigación de reporteros han desmentido afirmaciones brindadas por ella y su abogado. Ya una moción de censura a la 3º vicepresidencia del Congreso se ha presentado con firma de congresistas de partidos de centro e izquierda. Esperemos que más congresistas se sumen a la moción porque la señorita Amuruz no ha aprendido al momento (tras 2 años, 2 meses de gestión) cómo debe comportarse un(a) congresista. Por lo pronto, la censura y una investigación en la Comisión de Ética deberían proceder. No olvidemos que la también congresista Norma Yarrow, del mismo partido de Amuruz, señaló en una entrevista que si se llegase a detectar que la parlamentaria cuestionada mentía, la bancada en pleno no la iba a apoyar, ¿se dará? Ya lo veremos en la próxima sesión del pleno del Congreso…
Imagen: Fuente Congreso.