Por Ricardo Gálvez del Bosque
Ante las nuevas arremetidas que el Congreso está dándole a la democracia peruana, muchos se preguntan qué se puede hacer para defenderla. Algunos recuerdan las batallas que se tuvieron que dar durante el fujimorismo, y dicen tener las fuerzas para combatir a este nuevo fenómeno.
Sin embargo, encontramos algunas diferencias entre lo que sucedía en ese entonces y la situación en la que estamos en este momento. Éstas pueden hacer que esta nueva “batalla” sea bastante más difícil de lo que muchos se imaginan.
Contra quién luchar y a quiénes apoyar
En aquella época estaba mucho más claro a quién(es) había que combatir. Si bien el copamiento institucional era generalizado, el fujimorismo – como fuerza política – y sus liderazgos estaban plenamente identificados.
Hoy, los actores que están minando todas las instituciones democráticas, en una estrategia de saqueo, son diversos. Provienen de sectores ideológicos variados y de múltiples organizaciones políticas. En la práctica, es casi todo el sistema de partidos representado en el Congreso el que, en unidad, le da estocadas al propio sistema.
Ante ese fenómeno en el que los actores políticos actúan motivados por intereses personalísimos y mercantilistas, ¿contra quién se combate? ¿Contra todos?
Por otro lado, en ese entonces existían salidas políticas viables, liderazgos de oposición. ¿Hoy existen? ¿Tenemos una ruta de “Salida de Emergencia” para evacuar ante el desastre?
La banalización del mal
A nivel social y político, pareciera que el mal se ha banalizado. Hoy, parecemos inmunes ante la evidencia. Antes, frente un escándalo, los políticos reaccionaban. Por poner un ejemplo, Michael Urtecho (un congresista mochasueldo) ya estaba desaforado en 92 días. Hoy escándalos de esa índole no le hacen ni cosquillas a nuestros representantes. Los políticos parecieran haberse inmunizado ante las exigencias de sus representados, quizás porque leen en el ambiente una tolerancia mayor frente al delito.
Algunos dicen que tanta tragedia, muy seguida, ha adormecido a la gente. 200 mil muertes, golpes, sucesiones presidenciales ridículas (Merino, Araoz juramentando) y tantas vacancias han ayudado a que la gente le deje de interesar la política.
Las decepciones colaboran con la indiferencia generalizada. Somos como una persona a la que le han roto tantas veces el corazón, que ya se vuelve cínica en el amor. Tres ex presidentes presos, todos investigados, dejan huella en la sociedad. Reconocer que quien fue idolatrado por muchos durante la pandemia ha demostrado ser otro mentiroso más, quizás hirió a muchos. Comprobar la corrupción de Castillo y su entorno terminó por defraudar la confianza de otros. Y, ante la posibilidad de que se caigan todos los casos judiciales de Lava Jato en el Perú, el desánimo frente a la justica se encrudecerá. La sensación de impunidad se generalizará aún más.
¿Qué hacer?
Constatar nuestra realidad actual no debería desalentar el combate frente al autoritarismo. Este ejercicio no pretende desinflar iniciativas que busquen velar por el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas.
Más bien, busca todo lo contrario. Y es que, creemos que la lucha no debe ser a ciegas. Debe hacerse comprendiendo la compleja realidad en la que nos encontramos, entendiendo por dónde vienen los ataques y en qué coyuntura se desenvuelven aquellos que pretenden abusar del poder. Será más difícil, pero no imposible.
Imagen: Composición Punto Medio. Chirino: Archivo GEC, tomada de https://elcomercio.pe/politica/congreso/congreso-legisladora-patricia-chirinos-presenta-proyecto-para-que-miembros-de-la-junta-nacional-de-justicia-cesen-del-cargo-a-los-75-anos-jnj-avanza-pais-parlamento-noticia/ . Protestas: AP/Martín Mejía, tomada de https://www.diariolasamericas.com/america-latina/un-fallecido-protestas-peru-segun-la-policia-n5326636