Por Ricardo Gálvez del Bosque
Uno de los momentos más sensibles para un ser humano se da cuando fallece un ser querido cercano. Y justamente, se dice que en esos episodios se puede observar quién es quién.
Ante el sensible fallecimiento del congresista Hernando Guerra García, acontecido de manera repentina el día de ayer en la madrugada, algunas personalidades y líderes de colectivos opositores a su línea de pensamiento demostraron rasgos de miseria moral impresionantes.
Nadie le exige a nadie que se manifieste sobre este penoso acontecimiento. Sin embargo, algunas personas decidieron publicar en sus redes mensajes desubicados y lamentables. Uno de aquellos fue el del colectivo No a Keiko (@noakeiko). Desde su plataforma de “X” (antes Twitter), a los minutos de acontecido el fallecimiento (es decir, a las 2:44 am), decidieron que era el momento preciso para decirle traidor al fallecido:
“Cuando muere una persona, hay algo que lamentar. En el caso de Hernando Guerra García, su conversión al fujimontesinismo fue muy lamentable. Una traición. Y en esta coyuntura crítica para el país, es aún más lamentable que su accesitario sea Fernando Rospigliosi, un megatraidor.”
Por otro lado, la periodista y activista de izquierda, Laura Arroyo, también decidió que era momento de despacharse, cacareando sobre su superioridad moral con el siguiente tuit:
“No me gustan las hipocresías cuando alguien fallece. Siempre será una noticia triste para sus cercanos. Pero es también un deber democrático hacer memoria. Sabemos bien de qué lado estuvo Nano Guerra García cuando mataban a peruanos por protestar. Es de justicia no olvidarlo.”
¿Qué puede estar pasando en nuestra sociedad para que estos exabruptos irrespetuosos se hayan vuelto tolerables? ¿Qué pasa en las cabezas de estas personas que creen necesario e “indispensable” manifestar sus burlas jocosas y sus posiciones “superiores” en momentos tan sensibles para los seres queridos del fallecido? ¿Están buscando aplausos o fama? ¿Están postulando a un púlpito desde el que pregonarán con arrogancia sus propios valores éticos y morales por encima del resto de “mortales” equivocados? ¿Hacia quién van dirigidos sus mensajes aleccionadores? ¿Hacia el muerto que ya no está? ¿O a sus deudos que no tienen responsabilidad alguna sobre los actos del fallecido y que están en una posición de dolor irreparable?
Hoy por hoy, en la política peruana parecieran no competir “adversarios”. Compiten “enemigos”. Y es que con el adversario se discrepa, se debate, se discute, se argumenta. Al adversario se le enfrenta, pero no con la misma dinámica con la que se enfrenta a un “enemigo”. Al “enemigo” se le destruye. No hay consenso posible con ellos, y sin consenso no hay política. Esta actitud de bajeza nos podría estar demostrando que esta mentalidad está presente en la política peruana.
Desde este espacio discrepamos y discreparemos de las actitudes y posiciones de muchos políticos, de múltiples partidos. Pero todo tiene un límite. La discrepancia no nos puede hacer festejar “entre líneas” el fallecimiento de una persona. La muerte de una persona no nos obliga a santificarla, pero tampoco nos da derecho a burlarnos de aquellos que estén afligidos por ésta.
Lo mínimo que se puede hacer es ser humanos, respetuosos, compasivos, empáticos. Y guardar silencio prudente si la azotea de donde surgen nuestros pensamientos hiede a cloaca y nos llena de impulsos bajos.
Desde este espacio, lamentamos el fallecimiento del congresista Guerra García.
Imagen: X de @christbustc .