Por Ricardo Gálvez del Bosque
En buena parte, el problema de la inseguridad ciudadana es responsabilidad de la Policía Nacional. Sin embargo, ¿no han notado que cuando se capturan a delincuentes y sale el hecho en las noticias, se detallan los antecedentes del malhechor y son como 5 gravísimos? Y luego, cuando una verifica la edad del susodicho, ¿no se ponen a pensar en cómo así está libre con tremendos delitos y con tan poca edad?
Porque, vamos, si tienen antecedentes es porque la policía en algún momento los capturó. Y si están libres sin purgar penas, cometiendo otros delitos, y encima siguen siendo capturados y soltados, ¿de quién es la responsabilidad? ¿De la Policía Nacional? No, ¿no?
Algo se pudre a vista y paciencia de todos nosotros dentro del sistema de justicia. ¿Cómo puede ser que malhechores con delitos peligrosísimos en su haber, sean soltados de manera tan irresponsable sin cumplir sus penas respectivas? Siendo bien pensados, en el mejor de los casos se tratarían de casos de ineficiencia e inoperancia. Ambos factores gravísimos de por sí. Pero, mirando detenidamente los casos públicos, ¿cómo no sospechar de que se trata de “algo más”?
Hace muy poco, tras varios días de bombardeo sensacionalista sobre la muerte del delincuente denominado “el maldito Cris”, nos dimos con la sorpresa de que la fiscalía habría hecho que salgan libres sus cómplices. La fiscal María del Socorro Abad, habría dispuesto la orden de liberación.
Consultado al respecto, el coronel PNP Víctor Revoredo indicó lo siguiente:
“El argumento de la fiscal es que se pasó la hora. Tendrá sus razones. No ha querido llevarlos en comparecencia. Es su estrategia. Nosotros hemos cumplido con capturarlos”
Esta forma de actuar de la Fiscalía y el Sistema de Justicia alienta a la corrupción policial y desanima a las fuerzas del orden que arriesgan sus vidas capturando delincuentes. “Si al final los van a liberar impunemente, ¿para qué pongo mi pecho contra la bala que me pueda caer? Mejor que sigan operando, ¡da lo mismo y yo sigo con vida!”
No hay que ser brujos para darnos cuenta de que una de dos cosas se estarían cocinando en estos casos: o los fiscales son unos incompetentes e ineptos de marca mayor, o responden a otros intereses monetarios y negocian liberaciones. Cualquiera de los dos escenarios son escandalosos, y se debería realizar una investigación célere sobre dichos funcionarios en aras de expectorarlos rápidamente del sistema.
Imagen: MININTER.