Por Ricardo Gálvez del Bosque
Es cierto que muchas veces, cuando se está en política, uno es objeto de muchas denuncias sembradas por los opositores para desprestigiar y atarantar. Sin embargo, enterarnos a los minutos de la juramentación de un nuevo ministro sobre el rosario de denuncias que tiene en su haber es un deporte que practicamos de manera profesional en el Perú. Y hemos llegado a niveles absurdos desde que Pedro Castillo tomó el poder hace casi dos años.
Dina Boluarte parece tener un problema de reclutamiento similar al de su antecesor. No tan grave, es cierto. Antes teníamos a gente como Iber Maraví, quien aparecía en atestados policiales sobre atentados terroristas. Pero, vamos, gente de dudosa reputación o inexperiencia sí tenemos.
El último nombramiento ha sido el de César Vásquez, hoy ministro de Salud en medio de una epidemia del dengue complicada y con picos alarmantes. Uno pensaría que, dada la sensibilidad del asunto, el Ejecutivo buscaría a algún profesional experto en gestión que pueda tratar un tema que ha estado bastante descuidado por la gestión Boluarte. Pero no.
A pesar de que se tomaron casi 4 días para encontrar a un nuevo ministro para la cartera de Salud, finalmente en la mañana del lunes nos sorprendieron eligiendo a un ex congresista (y militante) de APP. Entre sus logros personales, si hacemos una rápida búsqueda por internet, encontramos que tiene en su haber 19 denuncias: 13 en Cajamarca y 6 en Chiclayo.
Entre las perlas por las que fue denunciado están los delitos de tráfico de influencias agravado (presuntamente porque pertenecería a la organización criminal “Los temerarios del crimen”) por el cobro de coimas para el otorgamiento de licencias de transporte y obras, atentados contra la autoridad, extorsión, negociación incompatible, peculado, desobediencia a la autoridad, apropiación ilícita, fraude procesal y atentado contra el patrimonio.
Además, nuestro nuevo Ministro de Salud tuvo el coraje de decirle al periodista Christopher Acosta, a través de sus redes sociales, que lo que le estaba sucediendo tras la demanda que le entabló César Acuña por su libro “Plata como cancha” estaba “bien por andar difamando”.
Pensar que Boluarte y compañía estén pagándoles favores y respaldo a César Acuña suena bastante iluso e ilógico. Es de público conocimiento que el líder de APP no tiene palabra. Por tanto, elegir por esos motivos a uno de sus allegados resulta extraño.
En fin. Sean o no ciertas las denuncias en su contra, si uno va a reclutar a un ministro entre más de 30 millones de personas, lo mínimo que esperamos es que se elija entre los mejores profesionales que se puedan encargar de la tarea, ¿no? Pero, bueno, quizás la impopularidad de este Gobierno sea un impedimento para que cuadros interesantes acepten el encargo de asumir una cartera.
Este hecho nos deja la impresión de que el background check que se le hace a un peluquero veterinario antes de contratarlo sería más exhaustivo que el que se hace en el Ejecutivo para nombrar a un ministro. En este caso, era cuestión de googlear un ratito, nomás.
Imagen: Composición Punto Medio.