Por Ricardo Gálvez del Bosque
Sorprende que algunas personas tuvieran altas expectativas sobre el interrogatorio que tuvo que responder la Presidente Dina Boluarte ante el Ministerio Público esta semana. Gracias a sus declaraciones públicas, sabemos que no va a reconocer su responsabilidad política frente las matanzas durante su gobierno.
Ante los medios, la actual Jefa Suprema de las Fuerzas Armadas ya ha dicho en reiteradas ocasiones que ella no tiene comando. Curiosa e ilógica defensa, muy similar a la que tenía Alberto Fujimori, que pretende pintarla como un personaje decorativo.
Resulta difícil creer que una Presidente acorralada dentro del poder y sostenida por las FF.AA. y el Congreso fragmentado, fuera a señalar a los culpables de las matanzas de las que se le acusa. Sabe que, lógicamente, le darían el vuelto y su presidencia terminaría abruptamente. Y de darse el caso, su salida la arriesgaría frente al sistema de justicia y la pondría a un paso de la cárcel.
Por otro lado, el juego de la Fiscalía encabezada por Patricia Benavides también resulta un tanto engañoso. Ya se conoce la práctica fiscal de acusar sin tipificar bien los delitos del imputado. Así, se da la impresión de que se está investigando un hecho, pero en la práctica se está trabajando para lograr un archivo. En ese sentido, resulta escandaloso que se le pretenda acusar por el delito de genocidio, cuando cualquiera con dos dedos de frente sabe que eso no es lo que ha sucedido en el Perú ni remotamente.
También deja mucho que desear que no se le haya repreguntado nada a Boluarte en su cita con la Fiscalía. Si solo iban a hacer preguntas sin escuchar las respuestas y plantear cuestionamientos a las mismas, ¿para qué la citaron presencialmente? Mejor le hubieran mandado un cuestionario por escrito, ¿no?
Finalmente, tremendo show que nos demuestra que todo es pura finta y que recién se sabrá la verdad cuando la presidencia de Boluarte sea descartable para las fuerzas políticas que hoy detentan el poder.
Ese escenario recién se empezaría a dar a partir del 2025, cuando el Congreso ya no pueda ser disuelto y las Elecciones Generales ya hayan sido convocadas. A partir de ese momento, si es conveniente para el ajedrez político de los congresistas que hoy la sostienen, la destituirán sin ningún remordimiento. Y si se sienten generosos, le permitirán salir del país para que pueda dejar la Presidencia desde el extranjero.
Imagen: Composición Punto Medio. Dina Boluarte GEC, foto de Alonso Chero. Patricia Benavides: Ministerio Público. MP: El Peruano.