¿Un cambio necesario?

May 9, 2023 | ❖ Punto de Inflexión

Por Martín Hernández Berrocal

El domingo último, Chile vivió una jornada excepcional en las urnas. Eligieron a quienes serán los encargados de redactar la Nueva Constitución, la misma que, en una fecha por determinar, deberá ser aprobada mediante plebiscito. Lo curioso e interesante, es que ganó el Partido Republicano, de tendencia de derecha radical, con lo que se asegura una mayoría de consejeros, quienes tendrán en sus manos reemplazar la Carta Magna vigente desde 1980.

Ahora, ¿qué tiene que ver Perú y nuestra situación con este acontecimiento? Pues aquí se ha querido impulsar la idea de una Asamblea Constituyente. Durante más de dos años hemos sido testigos de enfrentamientos ideológicos y posturas distantes entre quienes están a favor y en contra de cambiar nuestra Constitución.

Yo, sin temor a equivocarme, considero que cambiar total y radicalmente la Constitución de 1993, no nos va a servir de nada. Pero sí es importante hacer algunas reformas parciales en la misma.

En primer lugar, las constituciones se generan de acuerdo al contexto en el que se encuentra un país. Sucedió en 1933 y 1979, después de un Golpe de Estado y durante la dictadura militar respectivamente. De igual manera podemos mencionar a nuestra actual Carta Magna, elaborada en 1993, luego de un periodo muy difícil en nuestra historia reciente. Si bien estamos ahora en una situación distinta a la que nos enfrentábamos hace exactamente 30 años, considero que aún no hay suficiente necesidad para deconstruir todo y volver a formular un texto desde cero.

Lo que sí es de carácter urgente, es establecer algunas modificaciones constitucionales que sienten un precedente y puedan sí modificar la conducción de este país.

En segundo lugar, si bien es cierto la Constitución de 1993 no es perfecta, y dista de ser la mejor de nuestra historia, sí fue fundamental en un momento de crisis. Dentro de lo rescatable, es que estableció un orden en temas necesarios para esos tiempos, como la parte económica. Sin embargo, descuidó la parte social. Y es ahí donde debemos tallar.

En tercer lugar, lo que la Constitución de 1993 adolece, es en sentar las bases para una transición a largo plazo, y de manera ordenada, del poder. Incluye diversos vacíos legales que están sujetas a interpretaciones variadas (como por ejemplo la incapacidad moral como causal para una vacancia presidencial). Considero que una reforma parcial de la Constitución, redactando reformas específicas, va a permitir tener unos lineamientos específicos y detallados, los cuales generarán una contienda electoral más transparente, evitando caer en subjetividades e interpretaciones antojadizas.

Finalmente, y no por ello menos importante, el gasto por elaborar una nueva Constitución es un despilfarro de dinero que, a estas alturas, y debido a la coyuntura en la que estamos, sería una pésima idea. De igual manera, las propuestas para aprobar los distintos proyectos de ley no deben estar, por el lado de un sector, sujetas a que se apruebe el único capricho que ellos tienen.

No podemos dejar que intereses personales se antepongan al bien común. Sí es necesario hacer reformas, pero estas deben trabajarse siempre mediante la acción colectiva de los distintos grupos de poder, dejando de lado egos, ideologías y sesgos, y trabajando por lo más importante: el ciudadano.

Solo así podremos salir adelante como país.

 

Imagen tomada de https://www.chile.gob.cl/roma/noticias/chilenos-en-el-exterior-votaran-en-plebiscito-nacional-2020

Autor

  • Estudió comunicaciones en la Universidad de Lima. Cuenta además con un diplomado de la Escuela de Posgrado de Gestión Pública en la PUCP. Fue candidato a la Alcaldía de San Isidro en el 2022 y Parlamentario Joven Nacional 2021. Militante del Partido Morado. Está convencido de que la educación es el primer paso para combatir la corrupción y que el diálogo siempre será la primera herramienta para la solución de conflictos.

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