Por Ricardo Gálvez del Bosque
Hace algún tiempo, gracias a la imagen que proyectaba, Alejandro Toledo logró adjudicarse la descripción marketera de “cholo sano y sagrado”. El tiempo nos demostró que de sano no tenía nada y lo único sagrado para él era el cobro de sus coimas. En los 90, se le vendió a la gente el lema de “honradez, tecnología y trabajo” para promocionar a Alberto Fujimori (“un peruano como tú”). Finalmente, lo que nos dejó el individuo fueron cientos de videos en formato de tecnología antigua que desnudaban la corrupción que deshonró al país.
Con Pedro Castillo e Isabel Cortez, la izquierda pretendió seguir usando esa misma estrategia. “Son del pueblo, tienen origen humilde, son como nosotros, como ustedes”. Así se les promocionó, a sabiendas de que eran un cascarón sin contenido.
Por el Día del Trabajador, la congresista de izquierda Isabel Cortez (más conocida como “Chabelita” por sus seguidores), recibió la Orden del Trabajo por parte del gobierno peruano. La condecoración se la entregó públicamente la presidente Dina Boluarte, con quien posó sonriente para la foto respectiva.
Para algunos, la imagen resultó bastante extraña debido a que, en numerosas ocasiones, la congresista de izquierda habría tildado de usurpadora y asesina a Boluarte. ¿Esos adjetivos de grueso calibre son capaces de desaparecer cuando se ofrece una distinción honorífica? Quedó claro que para “Chabelita” los principios que dice defender se esfuman con una condecoración.
Ante la difusión de las fotos en las que ambas se les ve muy cariñosas y sonriendo, políticos de izquierda y sus propios seguidores empezaron a criticar ferozmente a la congresista. Ironías de la vida, el movimiento Nuevo Perú (ese que hizo oídos sordos a la misoginia y la corrupción porque ésta venía de sus aliados) puso el grito en el cielo y contribuyó al cargamontón en redes que empezó a crecer exponencialmente.
Traidora, hipócrita, doble cara, mentirosa, decepcionante, son algunos de los epítetos que se lanzaron contra Cortez. De un momento a otro, aquellos que usaron la imagen de “Chabelita” para ganar réditos electorales, la despreciaban públicamente. Lo cierto es que, sin tomar en cuenta la condecoración, la actuación política de Cortez desde que asumió su función parlamentaria ha dejado mucho que desear (blindajes a corruptos como Silva, justificaciones sin sentido, producción legislativa paupérrima, declaraciones desubicadas, etc.), pero para algún sector todo eso era justificable porque “no era conveniente criticarlo”.
Con dichas imágenes, algunas de la victimas de la estrategia de marketing de Chabelita declararon estar decepcionados y dolidos. ¿Qué estrategia los engañó? La de romantizar al personaje, ya que al verlo como un estereotipo muchos le arrogan características que solo son reales en sus propias mentes.
No conocen a la persona, pero con la imagen que se les vendió asumen cómo será su vida, cuáles serán sus luchas, qué objetivos tiene y cuáles son sus principios. El mayor problema no es la gente que con ilusión decide creer en esas fantasías. Lógicamente, una historia conmovedora puede emocionar a muchos. El problema es la gente maliciosa que se inventa posturas románticas para engañar al electorado, sabiendo de antemano las carencias del personaje que publicitan.
Votar por enigmas sin ideas, ni principios ni moral que se conozcan es y seguirá siendo irresponsable. Dejemos de romantizar a las personas cuya trayectoria no se conoce por el simple hecho de verlas “humildes”. De esa manera evitarán tener que salir en redes a decir que fulano o mengano les han dejado el “corazón partío”.
Imagen: Composición Punto Medio. Isabel Cortez tomada de https://manoalzada.pe/politica/isabel-cortez-la-mujer-que-barre-la-injusticia