Por Gabriel Moreno Alcántara
Para nadie es ajena la migración. Haya sido en tiempos lejanos, medianos o cortos, ha sido una realidad que nos ha tocado a casi todxs. Desde hace más de una década en Sudamérica, la ola migratoria venezolana ha sido una diáspora que le ha tocado afrontar a los países colindantes y vecinos. El corte gubernamental que administra Venezuela, amparado por un modelo económico caduco, ha sumido al país llanero, quien un día fue sumamente rico y poderoso gracias al petróleo, en una crisis que linda con lo infrahumano para sus connacionales. Con esta base coyuntural, debemos pasar a la realidad que vive el Perú en la zona fronteriza con Chile, entre Tacna y Arica, puesto que al día de hoy hay más de 5 mil ciudadanxs venezolanxs urgidxs de cruzar del territorio chileno hacia el peruano en busca de un futuro mejor. Pero, ¿qué está sucediendo?
Resulta que el gobierno del presidente chileno Gabriel Boric ha recrudecido las políticas migratorias hacia venezolanxs indocumentadxs debido al asesinato de un carabinero a manos de una persona venezolana que cometió un delito. Sin embargo, como para ciertos políticos es más fácil generalizar y que ‘justos paguen por pecadores’, han decidido expulsar a cuantx venezolanx puedan. En contraparte, estas personas migrantes no han logrado encontrar en tierras chilenas las oportunidades que pensaron lograrían dada la situación económica hasta el 2022 y con las esperanzas que depositaron en un gobierno de izquierda que los acogería. No pasó del todo y ahora prefieren probar suerte en el Perú. Ahora bien, la realidad peruana según las autoridades es que ya albergamos a más de millón y medio de venezolanxs en el país y debe haber ya un mayor control o filtro porque las capacidades no son infinitas. Y eso una postura que no llega a ser descabellada, sino bastante realista; no obstante, desde siempre tuvo que haber un correcto filtro migratorio, desde las garitas y desde todo el límite fronterizo entre ambos países (vigilancia, militares, etc).
La prensa peruana dio a conocer el fin de semana pasado que carabineros chilenos aconsejaban e indicaban a lxs migrantes por dónde pasar de manera ilegal al territorio peruano: ¡un escándalo! Pues bien, este mal accionar ocasionó la correcta reacción peruana. Pero no sólo correcta sino también acertada: se expidió un decreto supremo que daba la oportunidad a regularizar la situación migratoria de manera gratuita de todx ciudadanx venezolanx que se encuentre ya en territorio peruano y no cuente con documentos a fin de evitar la ilegalidad y que tengamos un empadronamiento de estas personas. Asimismo, reforzar con efectivos militares la frontera para impedir que más personas venezolanas ingresen de manera ilegal. Y con esto deseo ser claro: todxs quienes cruzamos una frontera de país ajeno debemos cumplir con una serie de requisitos para garantizar que nuestra estancia vaya a ser lícita y se dé garantías de seguridad mutua. Es un proceso que lo asumimos todas las personas ante un oficial de migraciones. Ahora bien, la medida de apoyar la regularización de la comunidad venezolana en Perú es positiva y solidaria puesto que su país no les facilita tampoco la expedición de un pasaporte, violando flagrantemente el derecho al libre tránsito de todo ser humano.
Nadie desea que haya delitos un país, pero se han ensañados en los últimos años en reforzar la nacionalidad de los que delinquen. Persona extranjera que delinque en el país, debe pagar una condena aquí y luego ser deportado. Es poco justo que se les deporte automáticamente a sabiendas que no hay un sólidos controles fronterizos. ¿Cuándo asumiría una sanción por sus actos?
Asimismo, no podemos olvidarnos que en todo momento estamos hablando de PERSONAS que vienen atravesando por situaciones desgarradoras y extremas. No son ni bultos, ni paquetes que se los puedan echar de lado a lado.
Imagen: AFP, tomada de https://www.clarin.com/mundo/frontera-chile-peru-hervidero-migrantes-haitianos-venezolanos_0_jGBLVhTAF.html