Por Ricardo Gálvez del Bosque
En su columna semanal en el diario La República, el profesor Sinesio López analiza la coyuntura política valiéndose de sus vastos conocimientos en la materia, su gran capacidad de análisis y su valiosa experiencia académica. Sin embargo, en los últimos años pareciera que sus escritos han sido salpicados – en exceso – por sus preferencias y simpatías políticas, justificando sesgadamente algunos hechos controvertidos.
En setiembre del 2021, López criticaba a la DBA por pretender entrar al gobierno de Pedro Castillo (“como lo hicieron con Toledo y Humala”) usando artillería pesada contra Cerrón con acusaciones que consideraba “exageradas”. Si bien la campaña de liquidación de la derecha fue sangrienta y con intenciones claras, resulta extraño que por serla uno pase por agua tibia las denuncias contra Cerrón. Pero, bueno, hasta ahí el tema podría considerarse controvertido y subjetivo.
El mayor problema de su argumentación se puede observar en la parte final de su escrito (ver aquí ). Justificando lo que se pronosticaba sería una desastrosa gestión, por el hecho de que por primera vez “la tortilla ha dado vuelta” y “los de abajo han subido y los de arriba no quieren bajar al llano”, habló del “proceso de aprendizaje de los que por primera vez acceden al gobierno”. Por eso, indicó que lo que Castillo necesitaba era “un Comité de asesores de Palacio de alto nivel. Hay que educar al soberano.”
¿Educar al soberano? Sinesio López se olvidaba que estaba hablando de un adulto de 52 años, que supuestamente estudió educación (¡y la impartía!), que alegaba tener una maestría, y que decidió hacerse responsable de los destinos de un país entero. Entonces, ¿con qué derecho alguien se puede arrogar esa tarea de educar a alguien en el poder, en pleno ejercicio del mismo? Por otro lado, ¿cómo se puede ser tan irresponsable como para aplaudir que el destino de más de 30 millones de personas esté en manos de una persona sobre la cual pensamos que necesita “ser educada”? ¿Cómo pretender que su gestión dependa de dicha educación impartida por intelectuales que el propio ignorante en la materia deberá elegir y mantener a su lado gracias a una iluminación divina?
Es cierto, la imagen de alguien con los orígenes de Pedro Castillo asumiendo la presidencia en el bicentenario de la independencia se prestó para que muchos se ilusionen con romanticismo. Pero, más allá de rezarle a estampitas y desear de buena fe que sea ese personaje reivindicador que muchos anhelaban, era importante asumir la responsabilidad de pisar tierra y ver con quién estábamos tratando realmente.
Este 13 de abril, el profesor López publicó una nueva columna (ver aquí ) con argumentos bastante extraños. En ella cuestiona si lo que hizo Pedro Castillo el 7 de diciembre fue realmente un golpe de Estado. Sus conclusiones resultan asombrosas: “No hubo decreto legislativo, no hubo toma del Congreso por la Policía, no hubo respaldo de las FF.AA. No hay un acto de golpe.” ¿Cómo?
Según Sinesio López, lo que hubo fue un “suicidio político” que “facilitó el contragolpe del Congreso que desde 2016 vive en estado de golpe permanente para entregar el Gobierno a los que perdieron las elecciones”.
Uno puede entender que, efectivamente, la mayor parte de la derecha peruana no es demócrata, no es liberal, es mercantilista, es oportunista y no ve más allá de sus narices y su burbuja. Uno puede reconocer que existe bastante clasismo y racismo en nuestra sociedad. También se debe reconocer que existen poderes fácticos y mediáticos, así como que un sector poderoso repudió la elección de Castillo desde el día uno y decidió torpedearlo torpemente.
Sin embargo, no porque exista ese sector vamos a desconocer las falencias de la otra parte. Menos aún, romantizarlos. El sesgo ideológico, por simple naturaleza, te puede hacer resaltar los errores y las torpezas de tu adversario, pero, ¿desconocer los del lado con el que más simpatizas y borrarlos como si no existieran?
Por lo tanto, discrepamos respetuosamente con la postura de Sinesio López. No creíamos responsable que un “grupo de élite” eduque a quien postuló y decidió ser Presidente sin ninguna preparación y con absoluto desprecio por los destinos de su pueblo. No podemos tratarlo de “pobrecito, hay que educarlo”. Por el contrario, pobres aquellos que ven atrapados sus destinos en las manos de alguien incapaz e inepto. No podemos minimizar ninguna denuncia por corrupción, ni mucho menos relativizarla resaltando la de algún adversario.
Tampoco podemos negar que Pedro Castillo anunció un golpe de Estado y pretendió erigirse como dictador. Su fracaso en ese intento ha sido lo único positivo que trajo el hecho de que Castillo sea un inepto de marca mayor.
Imagen original tomada de https://directivosygerentes.es/marketing/noticias-marketing/11-sesgos-cognitivos-que-influyen-en-el-marketing-y-que-no-imaginabas