Por Ricardo Gálvez del Bosque
El domingo pasado, Punto Final sacó un nuevo reportaje más en el que se denuncia a una congresista de recortar el sueldo de los trabajadores de su despacho. Se trataría de Rosío Torres, otra congresista de la bancada que no tiene palabra, Alianza por el Progreso (APP).
Según el reportaje, con la ayuda de su sobrino Juan Daniel Pérez Guerra, obligaba a sus trabajadores a que le depositen la tercera parte de su salario como “colaboración”. Ese monto debía de duplicarse en los meses en el que se cobraban bonificaciones. Una de sus trabajadoras, Cecilia Salazar Mattos, habría llegado a depositarle unos S/.24,562 soles.
¿Es un caso atípico? Lamentablemente, no. Otra de sus compañeras de bancada, la legisladora Magaly Ruiz, también ha sido denunciada de realizar similares prácticas. Otro caso que fue escandaloso y que terminó con el desafuero del sinvergüenza fue el de Michael Urtecho, quien pretendió dar lástima por su discapacidad física cuando se le encontró recortando sueldos de sus propios trabajadores.
Y, ¿cómo es el negocio? Facilito. Se les otorga a los congresistas la potestad de contratar a su séquito los trabajadores de su despacho con sueldos interesantes. Por supuesto, tienen a su cargo un número de trabajadores “de confianza” excesivo. Algunos bromean que hasta tienen un trabajador que les abre la puerta y otro que las cierra detrás de ellos. En fin.
La cosa es que antes de la contratación, llaman a los empleados y les imponen ciertas condiciones monetarias. Y como el cargo depende enteramente del congresista, lamentablemente y por necesidad, muchos acceden a este chantaje.
Pero, ¿saben qué ha sido lo más escandaloso de este nuevo caso de una congresista con manos de tijeras que recortan sueldos? Luego de que el reportero la agarró de sorpresa y le preguntó por el sobrino y esas prácticas, salió disparada sin responder. Asustada, y sin percatarse que las cámaras la siguieron grabando desde otro ángulo, se le vio borrar todos los mensajes de whatsapp que tenía con su cobrador sobrino, y luego le habría escrito lo siguiente:
“Han estado armando esto hace tiempo. Le tengo al enemigo en la oficina. Es Nataly”
¡Pobre Nataly! ¡La que le debe de haber caído! En fin. APP ya la retiró de la Comisión de Ética (¡sí!¡Era integrante de esa comisión! ¡No se rían!) y la expulsó del partido (Acuña perdona el pecado pero no el escándalo), y la Procuraduría y el Ministerio Público dicen que tomarán cartas en el asunto. Sin embargo, sabiendo que muchos pueden estar haciendo lo mismo dentro del Parlamento, dudamos que en el Congreso decidan actuar con celeridad.
Otorongo no come otorongo. Y estos señores creen que con el tiempo nos olvidaremos del caso cuando salte otro escándalo más jugoso.
Imagen: Composición Punto Medio. Rosío Torres: Congreso.