Por Ricardo Gálvez del Bosque
Durante secundaria, en el básico curso de física que se enseña en muchas escuelas, se suelen explicar las Leyes de Newton. La tercera indica que “para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto”.
¿Se podrá aplicar en política? Es física, dirán algunos. Y efectivamente, están en lo correcto. Sin embargo, la historia nos ha ido mostrando algunos ejemplos que indican que en otros aspectos también se podría aplicar.
Por ejemplo, tarde o temprano, la mayoría de los autoritarismos terminan en grandes revueltas o revoluciones. Algunas demoran más que otras, pero finalmente, ante un poder abusivo se van gestando narrativas contestatarias que muchas veces terminan siendo populares y logran enfrentar al status quo con eficacia.
La derecha peruana, hoy cree que ha salido victoriosa del trauma que representó Pedro Castillo y su (des)gobierno. Envalentonados, creen que pueden hacer de las suyas y que no tendrán ningún contrapeso que los frene. Creen que es “su momento”. Y es que, como ven que la cancha se inclina a su favor de manera temporal, creen que dicha pendiente seguirá eternamente favoreciéndolos.
Nada más alejado de la realidad. Bajo ese pensamiento, imaginan que pueden hacerse de la Defensoría del Pueblo, controlar la Junta Nacional de Justicia, tomar los organismos electorales y debilitarlos para supeditarlos a su voluntad, y hasta cerrar el Museo de la Memoria.
Extasiados por sus victorias sin frenos, partidos como Renovación Popular hasta se han atrevido a sacar comunicados reclamando que el Estado peruano se salga de la Convención Americana de Derechos Humanos para poder implementar la pena de muerte contra el feminicidio y la violación sexual de menores. ¡El partido que se opone a la educación con enfoque de género y que se declara provida, promueve mensajes con opciones jurídicas inviables para matar a delincuentes!
El poder es momentáneo, pasajero, finito. Sin embargo, lamentablemente, la derecha más obtusa y radical que tiene el Perú cree que tiene motivos para festejar y alardea de ellos. Creen que el poder temporal que tienen ahora será eterno, que en las próximas elecciones (del 2026, ya que no adelantarán el cronograma), controlarán al electorado. Peor aún, creen que lograrán controlar a los organismos electorales y que esto no traerá ninguna repercusión.
Ojalá recordaran que, aun controlando la ONPE y el JNE, quedó en evidencia que Fujimori no ganó las elecciones del 2000. Y ese fue el principio de su fin. ¿Se darán cuenta que, lo único que están logrando es que una opción contestaria a ellos capitalice el sentimiento de frustración en las próximas elecciones y arrase con ellos?
Acción, reacción. Pero, bueno, no quieren actuar con sensatez, no piensan en curva. No la ven. Mientras tanto, seguirán disfrutando de sus peleas contra fantasmas caviares, homosexualizadores de niños (sic), promotores de ideologías de género (sic), organismos internacionales pro terrucos, y las conspiraciones del Foro de Sao Paulo.
Imagen tomada de https://www.peruweek.pe/wp-content/uploads/2023/03/LUM-scaled.jpg