Por Ricardo Gálvez del Bosque
El 18 de Marzo, el Presidente del Congreso José Williams Zapata, con mucho orgullo y felicidad decidió publicar en su cuenta de Twitter un video institucional en el que demuestra que el Congreso ha habilitado en sus instalaciones un Centro de Operaciones para coordinar con los congresistas “para servir a la población damnificada (por los desastres naturales recientes)”.
En las imágenes se pueden ver a unos hombres enchalecados, mirando pantallas de computadora y mapas, así como algunos oficiales que los rodean. Williams (quien se muestra señalando y dirigiendo sabe Dios qué), en su alocución propagandística, enchalecado también para demostrar que “está trabajando”, indica muy orondo que el objetivo de ese Centro es “tener información privilegiada para que los congresistas puedan cumplir las dos tareas que creemos que son importantes para un caso de desastres naturales. La primera, servir como nexo, (como) un coordinador y coadyuvar el esfuerzo que pudieran hacer los gobiernos locales y regionales, y el Gobierno Central”.
¿Cómo? ¿Qué vela tiene el congresista en ese entierro? ¡Esa no es una función de los parlamentarios justamente porque en esos lobbies del “yo te presento al Ministro para que haga tu obrita” es que se cometen delitos de cohecho! ¡En arca abierta, hasta el justo peca! Eso termina pasando porque les encanta ser perejil de todo caldo. Y encima son de los que se consumen para sí mismos una buena parte de la sopa que ayudan a servir.
Luego, prosigue metiendo la pata diciendo que el congresista es “un gran coordinador de las autoridades subnacionales, y así mismo de éstas con el Gobierno central”. ¡El congresista legisla, fiscaliza y representa! ¿En qué parte de la Constitución se indica que coordina inversiones u obras?
El Congreso, efectivamente, está desprestigiado. ¿Por qué? Porque no cumplen las labores que les competen, y si lo hacen, lo hacen pésimo. Leyes declarativas, negociados por debajo de la mesa, peleas, mecedoras para los electores. Y para colmo, reaccionan de manera déspota cuando se les increpa cómo se asignan privilegios descarados para sí mismos.
Pero eso no significa que, para lavarse la cara, pueden gastar más dinero público fingiendo que realizan labores en las que nada tienen que hacer. Cada autoridad debe realizar sus funciones, no arrogarse la de otros. ¿O acaso ustedes considerarían sensato ir a una peluquería y que les corte el pelo la asistente de contabilidad del local? ¿O le pedirían al gasfitero que maquille a la novia en el día de su boda? No, ¿no?
¿Quieren hacer alarde? Háganlo sobre su trabajo, demuestren que sirven al pueblo en lo que les corresponde hacer. Es una pésima costumbre que los congresistas quieran ser el centro de atención cuando en verdad, para estas cosas, son tan útiles como la bocina de un avión.
Imagen: Twitter José Williams Zapata.