Por Ricardo Gálvez del Bosque
La semana pasada, el periodista Juan Diego Quesada (El País) publicó la entrevista que le realizó al abogado argentino de Pedro Castillo, Leonardo Croxatto (ver aquí ). Dicho interrogatorio dejó mucho que desear, siendo bastante permisivo con las respuestas absurdas de un letrado claramente ideologizado hasta un fanatismo que lo hace ensayar explicaciones cantinflescas para tratar de defender a su cliente.
De entrada, indica que el mensaje a la nación no es válido porque no tendría firma del Consejo de Ministros. Resultó, pues, que para el letrado hay un procedimiento legal para dar un golpe de Estado y romper el estado de derecho. Es decir, primero se firma el delito y luego se comete. Si no, no procede. Para reírse.
Bajo ese criterio, según él, “se cae la flagrancia, se cae la rebelión, se cae la conspiración (…) lo que hubo en todo caso es una infracción constitucional”. ¿Se cae? Más bien, se nos cae la mandíbula hasta el subsuelo al escuchar ese argumento irrisorio.
Luego dice que erróneamente “le imputan un delito de rebelión, que en el código penal peruano es alzamiento con armas. Acá no hubo ningún alzamiento con armas. Las únicas armas fueron contra Castillo. Él no tenía ningún poder.” ¿Ah sí? El señor dio una orden como Jefe Supremo del Comando Conjunto de las FF.AA. Lógicamente, él no tenía una pistola apuntando a la cámara, pero dio esas órdenes inconstitucionales siendo jefe de las Fuerzas Armadas. Armadas.
Increíblemente, el abogado afirma que lo que todos vimos “no es golpe, es un hecho atípico”. Creyendo brindar una pepa periodística fantástica, le dice a su entrevistador que Castillo le “dijo que de los siete discursos que tenía leyó el más suave”. Habrá que agradecerle, ¿no? Si decretar el cierre del Congreso, del Tribunal Constitucional, de la Junta Nacional de Justicia, del Poder Judicial y del Ministerio Público (y ordenar el arresto de la Fiscal de la Nación) era la decisión más suave de las 7 que tenía bajo la manga, ¿qué demonios proponían las otras 6 opciones descartadas? ¿Declararle la guerra a Estados Unidos? ¿Bombardear Rusia?
En el resto de la entrevista dice, en pocas palabras, algo así como que lo que dijo Pedro Castillo fue para sintonizar con el pueblo y nada más. Pero que, lógicamente, nada se “instrumentalizó”. Claro, pues. Estaba cometiendo un delito en vivo y en directo, y aquel que lo siguiera también lo haría. ¿Qué pretendía?
Cuando el periodista le pregunta al abogado qué hubiera pasado si no detenían a Pedro Castillo el 7 de diciembre, según Croxatto el Congreso (el ya disuelto. Sí, para reírse) tendría que haber acusado al autócrata por infracción a la Constitución. Y Pedro Castillo habría tenido que exponer “sus motivos” ante ese Congreso disuelto o inexistente.
Según él, quienes le escribieron su discurso (y los otros 6 que descartó) fueron “las bases populares, el pueblo como dice Castillo. Habría que imputar por conspiración a ocho millones de peruanos. Aquí se desdibuja la frontera entre la política y el derecho”. ¿Ustedes creen que el periodista repreguntó ante esa respuesta tan ridícula? ¡Ni hablar!
Finalmente, habla de que la vacancia es una institución racista, y dice que se le debe reponer en la Presidencia al señor de los 7 discursos descabellados y golpistas.
Uno lee tanta locura junta y no deja de preguntarse hasta qué punto la ideología puede cegar a las personas. Ese nivel de argumentación nos deja en claro que, por lo menos, hasta el punto del ridículo sí.
Foto: Diego Cuevas. Tomada de https://elpais.com/internacional/2023-03-17/el-abogado-de-pedro-castillo-no-fue-un-golpe-de-estado-fue-un-hecho-atipico.html