Por Ricardo Gálvez del Bosque
Hay algo que puede resultar ser bastante irritante: las disculpas que no son disculpas. Y es que, disculparse es un acto de reconocer el error cometido y solicitar la indulgencia del agraviado. Es responsabilizarte por tu actuar, incluso si hubiera sido sin querer.
Hace unos días el ministro de Educación lanzó unas lamentables declaraciones comparando a las mujeres aimaras que protestaban con animales. Hace buen tiempo, exabruptos inaceptables como estos hubieran merecido la rápida remoción del funcionario. Sin embargo, la desvergüenza ahora campea en nuestra clase política. Además, la permanencia de Becerra en el Gabinete es la garantía de que el negociado de las universidades bamba se concrete.
Tras el incidente, por el día de la mujer, el ministro de la contrarreforma universitaria lanzó un video en el que supuestamente se disculpa. Vamos a desmenuzar su breve para explicarnos.
“No quiero terminar sin ofrecer unas disculpas por unas frases mías desafortunadas que han sido malinterpretadas y han generado críticas. Quiero decirles que, si alguna expresión mía ha sido equívoca, les ofrezco mis sinceras disculpas.”
Al principio pareciera que se está disculpando. Sin embargo, en la misma oración indica que los ofendidos son los culpables de haber malinterpretado lo que dijo. Es decir, la carga la lleva el agraviado. Luego continúa usando condicionales, desconociendo que sus declaraciones fueron – como mínimo – desafortunadas. Prácticamente es un “en el supuesto caso que haya sido así”.
¿Entonces? ¿Para qué se disculpa si no cree que ha cometido un error? ¿Por qué somos tan hipócritas al respecto? ¿Es tan difícil decir “Me equivoqué, usé muy mal las palabras. Me disculpo”?
Este tipo de desagravios ya se han vuelto parte de nuestra cultura. Políticos que insultan públicamente, y luego publican sus disculpas con condicionales tipo “si es que alguien se ha sentido ofendido, mis disculpas porque he sido malinterpretado”.
Nadie los obliga a disculparse. No pretendan hacerle favores a la gente ofreciendo frases vacías que se las lleva el viento. El hecho es que Oscar Becerra es el ministro anti SUNEDU y se quedará en el puesto porque es parte del trato con las múltiples bancadas que buscan que las universidades bambas sigan haciendo negocio, estafando. Tiene, pues, licencia para decir lo que le viene en gana. Las cosas como son, ¿no?
Imagen: Captura MINEDU.