Por Ricardo Gálvez del Bosque
A los pocos días de haber asumido la Presidencia de la República, constatando su debilidad para gobernar y el inicio de convulsiones sociales, Dina Boluarte anunció el recorte de su mandato solicitando que el Congreso debata un adelanto electoral. La crisis política y social, y la precariedad en la que se sostenía su gobierno, hicieron que observe la coyuntura en la que se encontraba y reconozca que resultaba demasiado difícil que se sostenga en el poder hasta el 2026.
La velocidad con la que siguieron apareciendo muertos tras los enfrentamientos con las fuerzas del orden reforzaron la idea de que era necesario declarar a este intento de gobierno como uno “de transición”. Pasaron las semanas, bajaron la cantidad de muertos, se desbloquearon algunas carreteras, y desde el Ejecutivo y el Congreso ya empezaron a saborear la idea de mantenerse en sus cargos. Ya pasó lo peor, están pensando.
Quizás están en lo cierto, quizás lo peor ha pasado. Pero, es probable que no. Una vez que la pasta se sale del tubo, bien difícil volver a meterla, ¿no?
Finalmente, tras el término de la legislatura el viernes pasado, las obstrucciones de Renovación Popular, y la imposibilidad de ir a comicios este año por ser inviable a nivel cronograma, el panorama para que se adelanten elecciones se ha vuelto bastante sombrío.
Este lunes, lo que muchos sospechábamos se materializó en las declaraciones de Luis Durán (Partido Morado) tras reunirse con Dina Boluarte. Según el presidente de dicho partido, ante la pregunta que le hicieron sobre si ella sigue considerando que este es un gobierno de transición, Boluarte les dijo que “ella no considera que su Gobierno es de transición y que, por lo tanto, ella va a continuar mientras el Congreso no decida el adelanto de elecciones”.
Sin incentivos, con gollerías, sin algo que los presione, los congresistas jamás recortarán sus propios mandatos. Y si el Ejecutivo tiene la actitud del “ya, qué importa. Me quedo nomás”, la cosa está bastante clara.
Nos preguntamos, ¿cómo queda el país tras esta decisión? ¿Cómo pretenden gobernar sin tener un solo representante en el Congreso, sin tener siquiera una bancada? ¿Se puede convivir 3 años más bajo esta situación? ¿Qué grandes políticas se van a poder implementar bajo el permanente estado de tensa calma? ¿Bajo qué intereses se manejaría un Gobierno supeditado a un Congreso atomizado con bancadas con múltiples intereses mercantilistas?
La derecha radical está feliz y no se pone a pensar en cómo creen que votará el electorado en el 2026 tras esos insufribles años de desgaste. ¿Creen, sinceramente, que se verán favorecidos? ¿En serio? ¿Tanto buffet de 80 soles los ha adormecido?
Parece que nada de esto les importa a nuestras autoridades. Boluarte no quiere irse porque teme que tendrá que responder ante la justicia. Los congresistas no quieren irse porque no van a devolver el boleto de la lotería que se ganaron. Un desastre por donde se le mire.
Imagen tomada de Twitter de Presidencia del Perú.