Por Ricardo Gálvez del Bosque
Pocos se han percatado de un hecho que se avecina cuando llegue la segunda legislatura (en marzo o en febrero, como se pretende adelantar). Esto nos preocupa ya que creemos que lo más probable es que no se lleguen a obtener los 87 votos necesarios para lograr adelantar las elecciones en el 2024.
Y es que, para llegar a esa votación resulta indispensable que algunos congresistas de izquierda voten a favor de la iniciativa. Dadas las circunstancias, pareciera que esto no se va a dar. Las excusas serán varias, pero la narrativa la estarían construyendo alrededor de la siguiente lógica:
“¡El pueblo exige elecciones ya! ¡Que renuncie Dina, presidenta asesina! ¡No le vamos a seguir el juego a la derecha que pretende quedarse hasta el 2024! ¡Nosotros estamos con el pueblo y no con las grandes empresas que quieren renegociar sus contratos este 2023 (vaya usted a adivinar a qué demonios se refieren con eso)! ¡Si el adelanto de Elecciones Generales no viene de la mano con la Asamblea Constituyente, votaremos en contra!”
Si a estos congresistas se les suman los de la extrema derecha (que tampoco quieren irse), y que siguen con su mirada obtusa de la realidad, el resultado puede ser fatal y esta decisión terminaría convirtiéndose en el último clavo del ataúd que contiene a nuestra fallecida democracia.
¿Se han preguntado quiénes se benefician si es que las elecciones se adelantan más de lo que el cronograma electoral prevé? Para las bancadas de izquierda representadas en el Congreso, esto resulta clave. ¿Exigen eso porque son buenas y saben leer lo que dice el pueblo? Quizás para lo más incautos, la lógica sea esa. Sin embargo, lamentamos decirles que existen otros incentivos.
Más allá de que muchos radicales están contentos con la convulsión social ya que la ven como una oportunidad de imponer una Asamblea Constituyente (que ni siquiera dicen para qué quieren, en concreto), los únicos partidos con inscripción que podrían participar – desde la orilla de la izquierda – en unas elecciones hechas a la volada serían Perú Libre y Juntos por el Perú. Como muchos sabemos, la izquierda suele lograr hasta un tercio de la votación en primera vuelta. ¿Por qué ceder ese poder a nuevos grupos?
Toca pensar en curva y analizar todos los escenarios que se nos vendrán en pocos días. Creemos que es bastante improbable que los congresistas de izquierda voten a favor del adelanto de elecciones en la siguiente legislatura. Por tanto, aterricemos a la realidad y admitamos que las cosas se pondrían mucho más violentas cuando la gente vea que el Congreso niega la posibilidad del recorte de mandato.
En ese escenario, ¿qué opciones le quedan a Dina Boluarte? Efectivamente, una es renunciar. Pero eso implicaría que el mismo Congreso – repudiado – que negó el adelanto electoral elegiría entre sus filas al Presidente, y capturaría tanto el Ejecutivo como el Legislativo. ¿Ustedes creen que eso calmará a la calle? ¿Los manifestantes se quedarán tranquilos con un congresista de Presidente?
Efectivamente, si un congresista asume la Presidencia éste debe convocar “inmediatamente” a elecciones. Pero, ¿qué les hace pensar que “inmediatamente” significa 2023 si toda la Constitución está redactada para que se asuma mandato el 28 de julio? Creer, ilusamente, que la salida de Boluarte adelantará el cronograma electoral mágicamente puede hacer que en las próximas semanas nos estrellemos con una realidad nefasta.
Imagen: Composición Punto Medio. Dina Boluarte: Víctor Gonzáles/AFP. Tomada de https://www.rtve.es/noticias/20221210/hartazgo-social-crisis-politica-peru/2411352.shtml . Protestas: Diego Ramos/AFP. Tomada de https://sputniknews.lat/20221219/al-menos-22-muertos-en-protestas-sociales-en-peru-1133734315.html