Por Ricardo Gálvez del Bosque
Estamos en una crisis política grave. Sin embargo, a pesar de que muchos logran identificar los detonantes, no existe consenso sobre los orígenes. Un mal proceso de descentralización que agrandó las desigualdades entre cada una de las regiones del país, corrupción estatal generalizada, ausencia de partidos políticos, proliferación de organizaciones políticas débiles y coyunturales, incremento de la pobreza, crecimiento desigual, ausencia del Estado.
Algunos de los factores pueden ser más o menos importantes según los lentes de quien lo analice. El hecho es que, hoy por hoy, nos encontramos atrapados en una crisis en la que la agenda política la estarían dirigiendo dos extremos aparentemente irreconciliables.
Ninguno de los dos extremos parecería estar dispuesto a “deponer las armas” porque han sentido que, si su adversario adquiere el poder, éste estará dispuesto a eliminarlo (y algunos no lo piensan de manera figurativa). Por tanto, la dinámica que parecen estar jugando es la de matar o morir. Bajo esa premisa, los objetivos son todo o nada y no hay forma de lograr un consenso o negociación. Es la lógica en la que uno se impone, y el otro desaparece.
Mientras siguen peleándose, ambos sectores miran con desprecio al centro o a los liberales (los de verdad, no los libertarios). Los tildan de “caviares” o tibios, y buscan su desaparición del panorama político. La izquierda porque los considera tontos útiles que no están dispuestos a refundar el país. La derecha porque creen que su progresismo le ha abierto las puertas a la izquierda radical (“ellos son los culpables”). Y ambos porque consideran que sus ideas románticas de igualdad de oportunidades y derechos, meritocracia y otras “pelotudeces democráticas” no llevan a ningún lado.
Es preocupante que los dos extremos sigan en su lucha del todo o nada, ya que bajo esa estrategia política ninguno cederá en lo absoluto. La actitud irresponsable de nuestros políticos está trayendo consigo situaciones nefastas y vergonzosas. Mientras tanto, con una mano destruyen instituciones como la SUNEDU por considerarla caviar, y con la otra mano, se unen para salvar a un violador del desafuero.
No se sorprendan cuando en la siguiente legislatura, bajo excusas ridículas, ambos extremos voten en contra del adelanto de elecciones. La derecha radical, seguramente, tratará de vender el cuento de la “irresponsabilidad” que sería mandar al país a comicios electorales en medio de un clima de inestabilidad. Y la izquierda radical podrá decir que si no es con Asamblea Constituyente y en el 2023 no aprobarán la medida. Ante una situación así, la renuncia de Boluarte generará mayor incertidumbre.
Si siguen en ese plan, ambos grupos irresponsables, lograrán que el país termine incendiándose y que la democracia peruana vea su fin. Ya estuvo bueno, ¡párenla!
Imagen: Composición Punto Medio. Bermejo tomada de https://www.latina.pe/noticias/latina-noticias/guillermo-bermejo-voy-a-dar-mi-voto-de-confianza-al-gabinete. Montoya: GEC, tomada de https://www.infobae.com/america/peru/2023/01/08/jorge-montoya-pide-autorizar-que-policias-y-militares-disparen-para-mantener-el-orden/