Por Ricardo Gálvez del Bosque
El ingreso de Dina Boluarte a la Presidencia, aparentemente, habría coincidido con el final de las vacaciones que se habían tomado ciertas voces críticas, principistas, defensoras de la democracia y guardianas de la moral. Algunos influencers, periodistas, políticos, o líderes de colectivos sociales, por fin habrían decidido terminar su periodo sabático para empezar a cuestionar a quienes ostentan el poder. Desde este espacio queremos darles la cordial bienvenida, esperando que su regreso sea consistente y venga con una autocrítica que explique sus vergonzosas ausencias.
“¡Lárguense ya! ¡Que se vayan todos!” ahora dicen los del colectivo No a Keiko. Su renovada voz crítica exige elecciones para ahorita mismo, sin importar la inviabilidad de su propuesta. ¿Querrán revivir el colectivo? Porque – ¡vamos! – éste estuvo absolutamente dormido mientras el Gobierno copaba prefecturas, nombraba prontuariados, nadaba entre denuncias de corrupción, amedrentaba a los representantes del sistema de justicia, insultaba a periodistas, despedía procuradores, blindaba a prófugos, apoyaba a misóginos y ocultaba a corruptos.
En esos momentos su silencio fue abrumador. ¿Será que cuando decían “Fujimori nunca más”, no era por valores éticos y democráticos, sino por un simple “a ese apellido específico no se lo permitiremos”? ¿Y si un aliado hiciera lo que el fujimorismo hizo, el aval estaría garantizado y el malabarismo mental estaría permitido?
Porque, cuando el fujimorismo delinquía y se justificaba con lógicas vergonzosas como las de Martha Chávez, la indignación les resultaba moralmente indispensable. Sin embargo, cuando similares hechos ocurrieron bajo la responsabilidad de un aliado ideológico, la estrategia parecía ser la de echarle la culpa al adversario, victimizarse y encontrarle la curvatura al círculo, crear una realidad paralela para justificar lo indefendible, para inventar un mundo alternativo, para seguir considerándose moralmente superiores.
Así como, con absoluta razón, muchos piden que la prensa haga un mea culpa por los excesos que cometió al cubrir la(s) última(s) campaña(s) presidencial(es), quizás sería bueno que muchos colectivos y personalidades hagan algo similar – en un futuro no muy lejano – y reconozcan que no estuvieron a la altura de las circunstancias. Que admitan que mintieron cuando se autoproclamaron votos vigilantes, cuando garantizaron que tendrían las zapatillas listas.
Y es que, para muchos resulta bastante fácil levantar los deditos acusadores cuando no comparten cuotas de poder. Pero, ¿admitir los errores de aquellos que les dieron acceso político? Jamás.
Celebramos el regreso de las voces críticas, y estaremos atentos a sus respectivos actos de contrición (esos que tantas veces exigen). Ojalá que – ¿por dignidad? – nunca más les vuelvan a quitar el servicio de internet, impidiéndoles manifestar los rechazos principistas que pregonan. Y ojalá que algunos referentes del antifujimorismo, como lo fueron ciertas periodistas, dejen de publicar posts que exigen dictaduras como las que condenaron a Fujimori. Por un tema de principios, ¿no?
Imagen, tomada de https://manoalzada.pe/politica/lima-se-realizaran-plantones-en-distritos-keiko-no-va