Por Ricardo Gálvez del Bosque
Pareciera que a los peruanos nos cuesta mucho decir las cosas por su nombre. Algunos creen que las palabras duras, cuando corresponden, pueden herir susceptibilidades. Entonces, pretendiendo ser políticamente correctos, muchos creen que es mejor tapar la realidad. Sin embargo, el abuso de este recurso, lo que finalmente logra es tergiversar algunos hechos concretos.
Por ejemplo, algunos medios sueltan titulares informando que han detenido a “manifestantes” que estaban haciendo un “forado para tomar el aeropuerto de Cuzco”. ¿Esas personas son “manifestantes”? No, ¿no? Están cometiendo un delito en flagrancia y pretenden tomar con la violencia un objetivo estratégico para incomunicar a la ciudad. Por lo tanto, la definición que calza con los hechos podría ser la de “vándalos” o “delincuentes”. No son “manifestantes”, no pretendamos cubrir o pasar por agua tibia lo que los detenidos estaban haciendo.
Por otro lado, algunos congresistas y ex ministros de Pedro Castillo están solicitando a viva voz el cierre del Congreso (inconstitucional), la renuncia de Dina Boluarte y la imposición – por medio de la violencia – de una Asamblea Constituyente. La combinación de dos de esos pedidos ya es golpismo puro y duro, y traería como resultado la anarquía absoluta (¿quién gobierna si se cierra el Congreso y renuncia la Presidenta? ¿El árbol de Navidad?). Decirles “golpistas” o usar una definición más técnica, como “demócratas precarios”, no es faltar a la verdad. Es lo que correspondería.
¿En qué se convierte un Presidente que declara inconstitucionalmente el cierre del Congreso y el copamiento ilegal de todo el Sistema de Justicia, pretendiendo gobernar por decreto? En un dictador, en un golpista. No importa si su intención da como resultado un vergonzoso y patético fracaso (caso Pedro Castillo), o si logra su objetivo a la fuerza (caso Alberto Fujimori). En ambos casos, son lo que son: golpistas. ¿Es ofensivo decirlo con todas sus letras?
Finalmente, una persona que comete delitos y es sentenciada, o que los comete y confiesa, ¿no es un delincuente? Entonces, cuando mencionamos que Alberto Fujimori lo es, ¿por qué nos ruborizamos?
Las palabras tienen un significado e importan. Usar aquellas que no corresponden ayuda que se relativicen los hechos que hicieron que determinado comportamiento o suceso calce en la definición de éstas.
Si a los delitos los llamamos “errores” o “pecados”, estamos mintiendo con absoluto descaro. Pero también estamos haciéndole creer a las personas que no está del todo mal dar un golpe de Estado, que uno puede delinquir de casualidad, que manifestarse equivale a tomar aeropuertos y atacar propiedad privada. Y no es lo mismo, ¿no?
Usemos las palabras como corresponden. Dejemos de edulcorar la realidad creyendo que así somos “políticamente correctos”.
Imagen: Composición Punto Medio. Golpe de Estado: Twitter, difusión. Forado, tomada de Canal N. Vandalismo, tomado de https://larepublica.pe/sociedad/2022/12/14/cusco-manifestantes-hacen-forado-en-pared-del-aeropuerto-velasco-astete-y-logran-ingresar-protestas-en-peru/