Por Ricardo Gálvez del Bosque
En este duelo en el que están enfrascados el Poder Ejecutivo y Legislativo. ¿quién tiene las de ganar? ¿El Gobierno de Pedro Castillo, o el Congreso con mayoría “dizque” opositora?
Habiéndose presentado la tercera moción de vacancia, sabiendo de antemano que aún no se cuentan con los 87 votos necesarios para ejecutarla, uno podría intuir que será un disparo al aire. La pretensión antojadiza del Ejecutivo que asumía la denegación de la primera Cuestión de Confianza, sobre la que el Tribunal Constitucional ha concedido la medida cautelar que solicitó el Congreso, pareciera que también fue otro tiro al vacío.
Para poder predecir el resultado de esta supuesta batalla habría que hacer notar que lo que puede suceder legalmente y lo que realmente es posible nos llevaría a escenarios diferentes.
Por ejemplo, una persona natural puede entablarle un juicio a una empresa multimillonaria teniendo todas las de la ley y la razón consigo. Sin embargo, nuestro sistema de justicia lento y torpe, hace que el resultado sea impredecible. El individuo, tranquilamente, podría verse perjudicado con una sentencia adversa. Quién sabe, hasta podrían contrademandarlo.
Lo mismo pasa cuando uno maneja en Lima. Un carro que va en sentido contrario y choca contra otro que sí respeta las normas de tránsito, podría salir impune y lograr que el afectado termine pagando los daños ocasionados por su imprudencia temeraria. O el dueño de un inmueble podría verse atrapado con un inquilino moroso al que tendría que mantener en su propiedad durante años.
Estas distorsiones se pueden dar, principalmente, por dos motivos:
- No hay estabilidad jurídica.
- Uno de los actores juega por debajo de la mesa o con intereses y negociados ocultos.
Legalmente, el Congreso estaría blindado y no debería ser disuelto gracias a las leyes que ha creado para desarmar al Ejecutivo. Legalmente, se podría decir que el Congreso tiene las de ganar en esta batalla.
Sin embargo, realmente, es posible que el Parlamento pierda estrepitosamente. Primero, porque no podemos decir con certeza que existe estabilidad jurídica en el país. Las leyes y normas se han manoseado de tal manera que algunos aprovechan las zonas grises para sacar ventajas. Por ejemplo, si fracasara la vacancia, algunos congresistas creen que pueden suspender al Presidente. ¿Realmente creen que pueden hacer eso y salirse con la suya?
Por otro lado, el segundo factor está presente en el Congreso. Existen congresistas que juegan por debajo de la mesa, y muchas votaciones no son para nada predecibles sino hasta que se cierra el acto. 4 congresistas de Perú Libre votaron a favor de la moción de vacancia, ¿eso significa que apoyarán vacar a Castillo? ¿O es una jugada para subir su precio en las “negociaciones” finales?
Si a esto le sumamos la torpeza y el poco criterio que tienen la mayor parte de nuestros representantes en el Congreso, la balanza podría inclinarse a favor del Gobierno.
El Ejecutivo es un órgano que, por su naturaleza, es unitario. Existe un líder, hay subordinados. Ir por una dirección debiera ser mucho más simple para el Gobierno que para el Congreso. En este último conviven múltiples actores con intereses y negociados personales que actuarán según su conveniencia.
El Gobierno de Pedro Castillo conoce las debilidades de sus adversarios y las usa a su favor. El Congreso sabe de las debilidades del Ejecutivo, tiene en sus manos los elementos de convicción que apuntan a que estaría dirigido por una organización criminal, pero solo actúa impulsado por sus miedos.
Difícil anticipar el final de horror que se nos puede avecinar. Puede ser que esto termine en un patético empate que nos mantenga en un horror sin fin. En esta batalla parece que no habrá ganadores, solo perdedores: el Perú.
Imagen: Composición Punto Medio. Congreso: ANDINA. Palacio de Gobierno tomada de https://elperuano.pe/noticia/125600-pedro-castillo-no-gobernare-desde-palacio-de-gobierno