Por Ricardo Gálvez del Bosque
El domingo pasado, la conductora del programa dominical Cuarto Poder, Sol Carreño, se vio en la necesidad de contestar – de manera bastante elegante y educada – los insultos que le profirió el Presidente del Consejo de Ministros (PCM) Aníbal Torres. Resulta que el 3 de noviembre, el funcionario en mención, públicamente dijo de la periodista lo siguiente:
“esa mujer que hace eso es mala madre, no puede ser buena madre, es mala esposa, no puede ser buena esposa, es mala hija, no puede ser buena hija, si tiene hijos solo está deformando a sus hijos, los cría con complejos de superioridad.”
Desde este espacio nos solidarizamos con Sol Carreño y con todas las periodistas que han sido insultadas por personajes de este Gobierno. También hacemos notar que el reportaje por el cual fue injuriada reflejó con transparencia una realidad que, claramente, le disgusta al PCM que se divulga.
¿Cómo así estas expresiones machistas e insultantes pasaron desapercibidas hasta la noche del 6 de noviembre? Simple: nos hemos acostumbrado a los improperios que lanza dicho personaje en cada una de sus declaraciones, nos hemos inmunizado y empezamos a banalizar todo lo que sale de la boca del susodicho que actualmente ostenta el puesto de PCM. Sin embargo, la bajeza de sus declaraciones debe resaltarse, comunicarse y rechazarse de plano. Ninguna Cuestión de Confianza o humareda provocada debe impedir nuestro absoluto repudio.
Aníbal Torres, desde que ostenta el puesto de Ministro en este Gobierno, se comporta constantemente de manera impropia y autoritaria. Sus declaraciones destempladas y desubicadas, sus insultos a distintas personalidades (como el Cardenal Barreto), y sus elogios constantes a dictadores genocidas como Adolfo Hitler, lo han pintado de cuerpo entero. Esta nueva declaración de baja estofa, además de ser una raya más a un tigre que parece puma, nos estaría demostrando su grave grado de perturbación y su mentalidad misógina.
La Ministra de la Mujer calificó sus declaraciones como excesos, y dijo que hablaría con el individuo (quien, ojo, contrario a lo que muchos piensan, no es su jefe). Con absoluta hipocresía, también lo calificó como un caballero. Al poco rato, el convulsivo personaje se reafirmó en sus declaraciones y escribió en sus redes sociales lo siguiente:
“Quien distorsiona la verdad no puede ser buena persona ni buen comunicador.”
El martes, tratando de hacer malabares mentales insostenibles, la Vicepresidenta Dina Boluarte declaró que hablaría con Torres para ver en qué contexto se dieron sus declaraciones. Primero, ¿bajo qué piedra vive la señora? ¿No las ha escuchado? Y segundo, ¿en qué contexto estarían bien sus insultos públicos? Francamente, deplorable. De nada sirvieron las falsas promesas que lanzó Anahí Durand sobre cursos sobre violencia de género. Una mecida más.
Los peruanos y peruanas estamos hartos de que personajes de ese nivel nos estén representando desde las altas esferas de poder. Estos puestos que hoy ostentan son para servir a todos los ciudadanos, no para andar injuriando a quienes dicen verdades que les incomodan. Es el colmo que personajes del Ejecutivo sigan creyendo que porque el Congreso les otorga impunidad absoluta pueden hacer desde el poder lo que les plazca, denigrar a personas, corromper y torpedear la precaria democracia que tenemos.
PCM no debería ser más el acrónimo de Perturbado, Convulsivo y Misógino. El país no merece eso, y su amenaza de plantear una Cuestión de Confianza no debe tapar este hecho.
Imagen: PCM