Por Ricardo Gálvez del Bosque
Sentado en una piedra, con actitud sencilla, Pedro Castillo fue “entrevistado” por algunos medios locales de Cuzco. El patético show fue transmitido por el Canal del Estado. El Presidente, una vez más, demostró que la única alternativa para que se le entreviste es que su interlocutor sea simpatizante, franelero y ciego.
A la pobre víctima se le preguntaron cosas como, por qué permitió que lo investigaran teniendo inmunidad presidencial (falso como su cheque para los niños con cáncer) o cómo se siente al saber que investigan a su familia. Así, en el marco de – para usar la frasecita que le encanta decir a Castillo – un entorno de sobonería, el Presidente pudo dar rienda suelta a su narrativa de victimización.
Los políticos corruptos lo odian por ser del campo, Lima lo detesta, él es inocente de todo lo que se le acusa. Pero eso sí, no dio ninguna explicación. Y tampoco se la pidieron. Encima tuvo el descaro de contar toda una historia melodramática en la cual la Fiscalía habría entrado a su domicilio – donde estaría ocultando a una persona buscada por la justicia – interrumpiendo el sueño de sus menores hijos.
¡Pobre! ¡Qué escena más traumática para unos niños que duermen a las 6 de la tarde! ¿Se imaginan? Sus menores hijos deben haber hecho grandes sacrificios al tener que asistir a la fiesta que organizó Karelim López con la presencia de Brenda Carvalho, ¡pasadas sus horas de dormir! Habría que contarle a los pseudo periodistas que la Fiscalía entró buscando a Yenifer Paredes, y si su padre putativo no obstruía la justicia ocultándola y la entregaba, la diligencia hubiera sido menos traumática.
Contrario a lo que imaginábamos, lo más lamentable no fue el espectáculo que realizaron los entrevistadores franeleros. Lo más triste es que, con guión aparentemente pactado y con preguntas salameras, Pedro Castillo no sabe hilar una sola idea.
Imagen: Cortesía TV Perú.