Por Ricardo Gálvez del Bosque
Que Bruno Pacheco haya negociado su propia entrega con la Fiscalía y que ésta se haya concretado pareciera acelerar el final de horror del (des)Gobierno de Castillo. En pocas horas se ha sabido sobre:
- La aparición de documentos que habrían sido escritos – de puño y letra – por el propio Presidente en el caso de los ascensos irregulares;
- La denuncia de pagos de 20 mil dólares por cada uno de dichos nombramientos;
- Las transferencias entre Espino y cuñados de Castillo;
- La renuncia del viceministro del Interior indicando que el Ministro impedía que se aumentaran las recompensas por los prófugos asociados al Gobierno;
- La denuncia del ex Ministro González indicando que Castillo pretendía poner de Viceministro a Beder Camacho;
- La declaración de Bruno Pacheco indicando que Camacho era quien lo ayudó a pasar a la clandestinidad por orden del Presidente;
- Y la confirmación del propio Camacho indicando que mandó su CV al ex Ministro González.
Todo esto nos reafirma que estaríamos ante un Presidente corrupto que sigue delinquiendo desde Palacio.
Tantas pruebas, tantas evidencias, ¿deberían ser garantía de que el Gobierno de Castillo estaría por terminar? ¿No? Pues, no. Pedro Castillo no piensa renunciar porque sabe que, al hacerlo, podría terminar rápidamente en la cárcel. En cuestión de horas, quizás. Y el Congreso nos ha demostrado, con los resultados de la votación secreta de ayer, que existen muchísimos “niños” camuflados en el Hemiciclo, y que hasta la izquierda dizque progresista es capaz de elegir a un ignorante homófobo de Presidente del Congreso con tal de respaldarlo. Con esos 52 votos blindando a Castillo, matemáticamente se hace inviable una destitución vía declaratoria de vacancia.
¿Entonces? ¿Cuál es la salida? Desde este humilde espacio proponemos una realista y fácil de alcanzar: reformar el artículo 117 de la Constitución. ¿Y el Adelanto de Elecciones? Sí, sería extraordinario. Pero es casi imposible que este Congreso tenga ese nivel de desprendimiento y vote a favor de eso. Seamos realistas, ¡a pisar tierra!
¿Qué solucionaría esa simple reforma? El artículo 117 es el que impide que se le pueda acusar al Presidente, durante su mandato, salvo casos específicos. Entre ellos no están los delitos por corrupción. Metámoslos. Y habilitemos la figura de juicio político. De esa manera, la Fiscalía no solo podría investigar a Pedro Castillo sino que también podría acusarlo.
“Un momentito…reformar ese artículo requiere de dos votaciones en diferentes legislaturas con 87 votos. O de una votación de 66 y un referéndum. ¡Es un montón de tiempo! ¡No te pases!”. De acuerdo. Pero, ¿qué tal si aprueban esa reforma con 66 votos y nos mandan a referéndum? Así el proceso electoral demore en llegar algunos meses, Pedro Castillo sabría – por anticipado – que ya perdió el partido, que su Gobierno tendría fecha de vencimiento, que pasado el referéndum estaría frito pescadito.
Y, ¿qué creen que haría Castillo? ¿Esperar tranquilo hasta esa fecha en la que le caerá la noche y se lo lleven a la cárcel? ¿O poner a buen recaudo a su familia y luego, de un momento a otro, fugarse y pedir asilo? Somos de la teoría de que, una vez aprobada la reforma en primera votación (y eso se puede hacer en un par de semanas, si es que hay voluntad política), Pedro Castillo tendría bastantes incentivos para renunciar desde la clandestinidad o el asilo. No creemos que se quede sentado en Palacio, relajado, esperando la hoguera certera. Lo más probable es que abandone la Presidencia mucho antes del referéndum de ratificación de la reforma.
¿Qué de bueno trae esta idea? Es rápida, es simple, se pueden conseguir fácilmente los 66 votos para ella en el Congreso, y no es excluyente con cualquier otra estrategia que pueda tener la oposición para destituir a Castillo. Se puede, en paralelo, avanzar cualquiera de las otras salidas constitucionales que se han estado planteado para ponerle fin a esta crisis política.
¿Es ésta una solución? No. Hay más nudos que desenredar. Pero es una salida de emergencia.
Imagen: Composición PUNTO MEDIO. Foto de Pedro Castillo de Mary Altaffer/Reuters. Exit: Foto de Alex Ware en Unsplash