Por Ricardo Gálvez del Bosque
El Tribunal Constitucional (TC), en nuestro sistema, es el máximo intérprete de la Constitución. Resuelve acciones de amparo, hábeas corpus, las acciones de inconstitucionalidad, acciones populares, habeas data, acciones competenciales. Las mismas leyes pueden ser revisadas por este organismo que tiene la última palabra en el ámbito nacional. Su accionar es clave para el sostenimiento de nuestro sistema democrático.
A pesar de que nuestro diseño constitucional buscaría que los magistrados que componen dicho tribunal sean elegidos con el mayor consenso parlamentario posible (87 votos de 130 congresistas), la criollada parece seguir abriéndose paso para lograr coparlo.
Habiéndose acumulado 6 vacantes vencidas, el Congreso ha podido elegir un TC a su antojo. La práctica nos muestra que, cuando existen numerosas plazas por cubrir, lo que funciona para la elección de los magistrados es el cuoteo: “dos para ti, una para ti, otra para ti y todos felices”. En esta oportunidad, los magistrados elegidos tuvieron un consenso amplio luego de negociaciones privadas entre ambos extremos políticos. ¿Qué se prometieron a cambio? Vaya usted a saber, todo ha sido a puerta cerrada.
Sin embargo, ya en el colmo del desparpajo, ha saltado la noticia de que la Comisión de Constitución estaría proponiendo que existan 3 accesitarios para el Tribunal Constitucional en caso vencieran mandatos y no hayan elegido a los reemplazos. ¿Cómo? En la práctica, lo que estaría buscando este Congreso es elegir hasta las futuras vacantes que el siguiente Parlamento debería cubrir. Ya, pues. No se pasen. ¡Un poco de decoro, señores!
Creemos que debería debatirse la forma en la cual se eligen a los tribunos. Pero, ese tema sigue pendiente y nadie lo quiere tocar. Hace tiempo se propone que dicha elección no se realice en bloque, que cada magistrado sea elegido con una distancia de tiempo prudencial (¿una legislatura?), pero nadie hace nada al respecto. Una lástima.
Este Congreso, en vez de debatir reformas que fortalezcan nuestro sistema democrático, parece querer lograr su desprestigio de manera acelerada. No se dan cuenta que, si las siguientes elecciones parlamentarias logran que la fuerza mayoritaria sea la opuesta a la actual, terminarán fritos pescaditos. ¡Abran los ojos!
Imagen: Composición propia, fuente: difusión.