Por Ricardo Gálvez del Bosque
Luego de la acumulación de vencimientos de mandatos de los magistrados del TC por responsabilidad del Congreso, pronto contaremos con uno renovado en su mayoría: 6 de 7 nuevos tribunos. El Presidente actual del TC, el magistrado Ferrero cuyo mandato estaría por vencer en pocos meses, ya juramentó a 5 de los 6 elegidos, y pronto estaría por hacer lo propio con el Dr. Monteagudo (quien obtuvo la más alta votación en el Congreso).
Espinosa Saldaña, Blume, Sardón, Ledesma y Miranda dejan sus puestos y volverán a sus vidas privadas. El fallecimiento de Carlos Ramos hace algunos meses había ocasionado que el Tribunal se quedara con solo 6 miembros activos. ¿Qué nos deja este grupo que se retira?
Primero, la sensación de que la forma de elección de miembros del Tribunal por parte del Congreso resulta ser bastante controvertida. Hay que recordar que los 6 miembros que se retiran (incluyendo al fallecido Ramos) fueron elegidos por el Congreso durante el Gobierno de Ollanta Humala, luego de que el Congreso eligiera a otros magistrados en medio de un escándalo que se le denominó “la repartija”. La indignación de la calle hizo que el Congreso retrocediera en sus intenciones, y terminó eligiendo a los magistrados que en la actualidad están de salida.
Por si fuera poco, en setiembre del 2019, el Congreso fujimorista denegó la confianza al PCM Salvador Del Solar al rechazar realizar un proceso transparente de elección de los sustitutos. Dicha segunda denegatoria de confianza le brindó la facultad a Martin Vizcarra de poder disolver constitucionalmente el Congreso. La actual elección de los nuevos integrantes del TC también ha traído consigo cuestionamientos sobre la transparencia del proceso, y la negociación política entre extremos cuyas motivaciones siguen ocultas. El hecho es que, hay un problema que resolver en este proceso, y es un pendiente que seguimos pateando una y otra vez.
En segundo lugar, el TC de salida intervino en momentos críticos de nuestra precaria y débil democracia. Tuvo que convertirse en una especie de Senado al tener que declarar la inconstitucionalidad de un récord de leyes aprobadas por el Congreso 2020-2021. Aberraciones legales tuvieron que ser frenadas por dicha institución. Además, le tocó manifestarse sobre la primera disolución constitucional del Congreso en nuestra historia, respondiendo a la demanda que interpusieron los grupos opositores a Vizcarra.
En tercer lugar, dejó muchos pendientes y también tuvo la lamentable irresponsabilidad de decidir mirar hacia otro lado sobre temas en los que debió manifestarse. Fue gravísimo que decidieran, por medio de leguleyadas, no manifestarse sobre la vacancia por incapacidad moral que se declaró desde el Congreso dirigido por Merino. La mayoría de magistrados – entre los cuales estuvo la entonces Presidente Ledesma – decidieron no proteger la figura presidencial y desestimaron la medida cautelar que interpuso el Ejecutivo ante la inminencia de una vacancia inconstitucional. El motivo vergonzoso que brindaron fue que las declaraciones de los líderes políticos apuntaban a que dicha destitución no se concretaría y que deberíamos “comenzar a creer en la palabra de los políticos”. El desenlace lo conocemos todos, y las familias de Inti y Bryan más que cualquiera.
Sin embargo, la peor lavada de manos que cometieron fue cuando, consumada la destitución inconstitucional, decidieron “no opinar” ni brindarle contenido a la vacancia presidencial, aduciendo la patética excusa de la “sustracción de la materia”. Nos dejaron desamparados al no tocar el fondo del asunto, debido a que la demanda habría sido hecha sobre una primera moción de vacancia que no se concretó (la de Richard Swing, en setiembre). Por esa decisión, la “vacancia por incapacidad moral permanente” actualmente sigue estando abierta a cualquier interpretación deliberada.
El último hecho que, lamentablemente, nos deja este TC fue la irracional y torpe decisión de la mitad de sus magistrados (apoyados por el voto dirimente del Presidente Ferrero) de pretender liberar a Alberto Fujimori con una sentencia mamarrachenta y sin sustentos legales suficientes. Dicha medida fue rápidamente frenada por la CIDH, dejando a los 3 magistrados que aprobaron ese despropósito – a sabiendas de que lo era – en medio de un papelón internacional lamentable.
Como todo TC, tuvo sus buenos y malos momentos. Tuvo buenos, malos y regulares magistrados. Tuvo errores y aciertos. Veremos, pues, qué nos trae este nuevo Tribunal que terminará de renovarse en pocos meses con la salida de Ferrero.
Foto tomada de https://elperuano.pe/noticia/62056-debaten-acusacion-a-magistrados-del-tc