Por Ricardo Gálvez del Bosque
Entras a un Centro Comercial y en la puerta, el personal de vigilancia te pide que le muestres tu carné de vacunación para poder ingresar. Una vez dentro, a 10 pasos encuentras la tienda a la que necesitabas ingresar, pero, oh sorpresa, el personal de esa tienda te exige mostrar tu carné de vacunación nuevamente. ¿Por qué? Si para entrar al Centro Comercial ya lo mostraste, ¿para qué te vuelven a pedir el mismo documento una vez adentro? No resiste lógica, pero se tiene que hacer porque si reclamas, el loco – por señalar la insensatez e irracionalidad – terminas siendo tú. Es que, nos hemos acostumbrado a vivir en el absurdo.
La política peruana, finalmente, termina siendo el fiel reflejo de la insensatez a la que nos hemos adaptado en nuestra vida cotidiana. A veces, vemos las noticias políticas y nos indignamos, pero en el fondo sabemos que lo que está sucediendo no nos sorprende del todo. Es algo esperado, es lógico. Por ejemplo, anteayer se supo que un grupo de congresistas de Perú Libre habrían presentado un proyecto de reforma constitucional para lograr el adelanto de Elecciones Generales y recortar los mandatos del Congreso y del Ejecutivo. Durante la mañana, el grupo dizque oficialista, decidió retirar el proyecto. ¿Oficialistas buscando la salida de su líder? ¿Lanzar un proyecto polémico y retirarlo a las horas? Absurdo por donde se le mire.
La pandemia mató a más de 200,000 compatriotas en meses. Una desgracia monumental. Recién estamos empezando a ver la luz al final del túnel gracias a la vacunación. Sin embargo, nos hemos quedado tranquilos – y no nos hemos indignado – cuando Pedro Castillo decidió regalarle el Ministerio de Salud a Cerrón y su banda de impresentables. Ahora convivimos tranquilos con las noticias de cientos de miles de vacunas por vencerse, y otros cientos de miles de personas inoculadas con el doble de la dosis por ineptitud del ministerio. Absurdo.
Pero ya el colmo ha sido enterarnos de las peripecias y malabares que tuvo que realizar anoche Pedro Castillo, para regresar a territorio nacional. El Presidente había asistido a un Gabinete Binacional en Ecuador, y el Congreso había autorizado – como debe ser – su salida solo por el día de ayer. Por mal tiempo, el vuelo en el que regresaría el Presidente, presentó complicaciones y se retrasó: llegaría pasada la media noche al Perú. ¿Y? Bueno, pues, según el artículo 113, inciso 4 de la Constitución, una causal de vacancia sería el no regresar a territorio nacional dentro de los plazos previstos acordados por el Congreso. La oposición salivó, la gente se emocionó, un show farandulero digno de ser disfrutado con un snack alto en sodio a la mano. Finalmente, muchos se quedaron con los crespos hechos al enterarse que Pedro Castillo logró ingresar al país por vía terrestre a eso de las 11 de la noche (¡uf!), cruzando la frontera de Huaquillas (Ecuador) para ingresar por Tumbes. Final anticlimático.
Esta semana, una vez más, Pedro Castillo ha sido acusado de liderar una organización criminal a la que pertenecen sus sobrinos prófugos de la justicia, de haber buscado silenciar a Bruno Pacheco junto al hoy primer ministro, de haber despedido ilegalmente al Procurador Soria para darle tranquilidad a su prófugo ex Secretario. Ante eso, Pedro Castillo no dice ni hace nada. Lo mismo pasó con las evidencias que lo mostraban metiendo “uñas y patas” en los ascensos de las FF.AA., o el nulo respaldo que le dio a su Ministro del Interior cuando éste denunció corrupción en los ascensos de la Policía (con tarifario incluido y responsables que terminó apañando el propio Presidente). Como si nada.
Sin embargo, que el Presidente llegue a las 12:01 a territorio nacional…¡ese sí que es un problema! ¡A accionar, equipo presidencial! ¡Con eso sí podemos perder la Presidencia! Absurdo, ridículo, digno de película de parodia.
Seguimos esperando que se reforme el artículo 117 de la Constitución para que podamos aplicar juicios políticos a presidentes acusados de corrupción. Es increíble que podamos permitir, como si nada, que una banda de delincuentes se apodere del país, pero…¿Que lleguen tarde? Eso sí que no. Ni hablar.
Foto: Presidencia de la República