Por Ricardo Gálvez
Durante toda la mañana y la tarde de ayer, en la Lima de los chismes, corrían rumores sobre el mensaje que daría Pedro Castillo ante el Pleno del Congreso. Algunos, ilusionados, consideraban posible que el Presidente anunciaría un proyecto de reforma que permita el adelanto de Elecciones Generales, recortando su propio mandato y el del Congreso. Sin embargo, había que tomar en cuenta que:
- Castillo, con sus decisiones, nombramientos e indecisiones, no nos ha demostrado nunca – en los hechos – que su prioridad sea el país. Primero él, sus allegados y sus aliados.
- Castillo está siendo denunciado de ser partícipe en actos de corrupción cometidos durante su mandato. Si dejara de ser Presidente, por voluntad propia, perdería privilegios legales que ahora mismo lo salvan de estar con un pie en prisión.
Empezó el discurso y la realidad fue tan dura como una patada de canguro. Su mensaje fue tal cual nos imaginamos: un show. Portátiles fuera de Palacio, una caminata con aires de baño de popularidad, saludos protocolares, un mensaje de 28 de julio desubicado en marzo, victimización, autobombo a un Gobierno precario, y mentiras descaradas sobre sus declaraciones frente a la Fiscalía y su relación con Karelim López. Decir que no mintió sobre haberse reunido con la lobbista cuando lo admitió en una entrevista internacional, o afirmar que Nakasaki desmintió que el Presidente y López hayan compartido un mismo ambiente han sido falsedades desvergonzadas.
Un momento pintoresco se dio cuando dijo “dejémonos de disputas mestizas”, en vez de decir mezquinas. Ese hermano Santiago parece ser un loquillo que le escribe los discursos sin darse cuenta que el autocorrector traicionero está haciendo de las suyas.
Luego, con la actitud mediocre de la frase “mal de muchos, consuelo de tontos”, el Presidente que en campaña vapuleó instituciones como la Defensoría del Pueblo o el Tribunal Constitucional, señaló las faltas de otros como el Defensor del Pueblo Walter Gutiérrez por haberse convertido en promotor de la vacancia. Dos en uno: victimización y desvío de reflectores hacia terceros.
En una parte del discurso dijo que reconocía sus errores y desaciertos, expresando su ánimo de enmienda. ¿Qué significa eso? ¿Ministros como Condori, Zea y Bustamante – mano derecha de Silva – son errores de nombramiento? Si así lo fueran, ¿los piensa reemplazar? Por supuesto que no, ya estamos viejos para conformarnos con frases ridículas que no van acompañadas de hechos concretos. Cero autocrítica real, cero transparencia, y no se despejaron ninguna de las dudas que pesan sobre su gestión. Esa frase suelta solo parece haber enamorado a una Susel Paredes que repentinamente adquirió la inocencia de un antivacuna bañándose en agüita arracimada, al emocionarse por haberlo escuchado decir eso.
En la noche, un indulgente Aníbal Torres, anunciaba que dejaron de lado la idea de adelantar las elecciones porque quieren darle una oportunidad más al Congreso. La idea del mensaje presidencial parecería ser un llamado a dejar las peleas para así quedarse todos. ¡Más bueno que novio en casa del suegro! Nos conmueve tanta generosidad.
Por tanto, la única “sorpresa” que tuvimos ayer fue que estuvimos frente a un aburrido y gaseoso Mensaje de Fiestas Patrias en pleno verano y sin feriados. Quizás, las “sorpresas” serían solo para “los niños” que se queden hasta el final de la fiesta chotana. Habrá que ver en estos días si este gesto será utilizado por los congresistas oficialistas camuflados para justificar el desinfle de la vacancia.
Finalmente, algunos creen que el subconsciente traicionó al Presidente y por eso adelantó su discurso de fiestas intuyendo que podría no llegar ni siquiera a Mayo en el poder. Bajo esa lógica, quizás sería bueno que para fin de mes armen de una vez un arbolito navideño en Palacio.
Imagen: Composición Punto Medio / Foto: Prensa de Presidencia.