Por Ricardo Gálvez
Existe una tradición que, en países como el nuestro, muchos conocemos y se llama “Quinceañera”. Se trata de una celebración grande que se realiza cuando una jovencita cumple los quince años, y según las costumbres de la familia – o el país latinoamericano en el que se festeje – ésta podría incluir misa, fiesta, regalos y mucha pomposidad. Hoy por hoy, lo usual es que dicho cumpleaños sea celebrado de manera especial, dejando de lado muchas costumbres ancestrales y concentrándose en la fiesta de la agasajada.
Se dice que el evento sería para presentar formalmente frente a la sociedad a la jovencita, y éste suele ser un espacio especial en el que la familia (y el padre mismo, quien tiene un papel protagónico) muestran con orgullo la maravillosa criatura que han formado.
¿A qué viene todo esto? Bueno pues, el ahora ex Ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva tuvo una despedida frente al ministerio digno de una quinceañera. El renunciante ministro (ojo, no fue despedido ni tampoco censurado) acusado de integrar una mafia corrupta de niveles multimillonarios – casi mil millones de soles en obras públicas concesionadas cuestionadas – y supuesto socio de las mafias del transporte informal, llegó al ministerio en carro oficial con circulina, y bajó elegantemente para ser recibido por funcionarios del MTC que lo esperaban entre la música de mariachis que tocaban en vivo. En un ambiente de fiesta, el ex ministro se despachó a lo grande y saludó a todos los “invitados” de su “quino”, se emocionó con las canciones que le dedicó la banda, y hasta bailó alegremente con varias asistentes al ritmo de melosas canciones mexicanas. Todo un “quinceañero”.
¿Qué nos demuestra este gesto? Primero, que les importa un pepino partido las acusaciones de corrupción escandalosas que han salpicado por toda su gestión en el MTC. Licitaciones amañadas, sobrinísimos negociando, audios con las mafias de transporte informal, denuncias personales de agresiones, millonarios arreglos, organizaciones criminales, agencia de empleos partidarios, ¡qué importa! En este Gobierno se festeja y se agasaja la corrupción. Es más, estamos orgullosos de ella, y la “queremos presentar a la sociedad, formalmente”. Lo segundo que nos están diciendo con este espectáculo es que, Silva habrá sido removido, pero “aquí las cosas seguirán igual, ¿han entendido? Hemos venido para quedarnos y el que venga seguirá la misma línea”. El tercer mensaje que hemos recibido es que ya se han dado cuenta que nadie los va a fiscalizar, y que ya tienen al Congreso domado.
Y es que, para ser sinceros, en este “quinceañero”, los chambelanes fueron los propios congresistas que dicen ser “de oposición”. Ante todas las denuncias que han ido saltando en los últimos 4 meses, muchos congresistas habrían estado negociando por lo bajo “obritas” con el ministro y silbaron mirando para el techo. Peor aún, con el estallido del último escándalo, ni siquiera lograron censurar al impresentable ex ministro de Transportes. Ante la inminente votación que desnudaría quién es quién en el Congreso, el Presidente Castillo anunció que aceptaba la renuncia del ministro Silva. De esa manera, quedó en la duda quiénes eran los congresistas que estaban comprometidos con la gestión de este MTC, aunque a Acción Popular se le llegó a ver el fustán.
Un ex Presidente dejó una carta en la que le decía a sus adversarios lo que les dejaba “como muestra de su desprecio”. Bueno pues, Pedro Castillo le muestra a todo “su pueblo” el desprecio que le tiene apoyando y festejando a personajes como Silva, y manteniendo a vergonzosos e insultantes ministros como el “agüita” Condori en el Ministerio de Salud. Que quede claro que, Pedro Castillo – y el Congreso que la hace larga con su censura, una vez más – está insultando a nuestros más de 200,000 fallecidos a causa de la pandemia.
Que sepa el señor Castillo que no ha sido elegido para ser nuestro rey, que tarde o temprano terminará pagando los desastres que ha ocasionado, y que merecemos respeto. La “gestión” que realizó Silva en el MTC ha sido un insulto para nosotros, y verlos festejar su salida ha sido una burla mayúscula. Que sepa también que la permanencia de Condori en el MINSA, quien tiene la frescura de denunciar mafias ajenas – en una clara estrategia del ladrón que grita “al ladrón, al ladrón” – es una afrenta a la sociedad en su conjunto.
Quizás, lo más acorde para el próximo festejo que quieran realizar tras la salida de un corrupto respaldado por el régimen, no sería bailar rancheras. Piénsenlo mejor, y pongan en el repertorio “El Baile del Mono”. La letra les puede caer a pelo, y por lo menos nos sacarán una sonrisa en medio de nuestro fastidio. “¡Qué poder tiene el dinero!”
Imagen: Composición propia