Quise aprovechar este espacio para agradecer – en primera persona – a aquellas personas especiales que dieron todo de sí mismas en estos tiempos difíciles, cuyas profesiones y vocación de servicio hicieron que muchos de nosotros podamos superar esta terrible pandemia. Dedico estas líneas, en especial a mis dos mejores amigas que son doctoras.
Ambas tuvieron que vivir en el riesgo de ser contagiadas, sufriendo el tener que estar aisladas de sus familias y seres queridos para poder atender a todos los pacientes que necesitaban de su ayuda. No podemos estar más orgullosos de MB, que desde la pediatría y desde muy lejos, no perdió el humor que la caracteriza mientras sufría los estragos de una catástrofe que jamás imaginamos que iba a pasar. Viviendo las consecuencias del aislamiento, nunca dejó de ser la gran hermana que es para sus mejores amigos, estuvo en las buenas y en las malas, y ayudó a muchos niños gracias a su increíble vocación de servicio…¡y su gran capacidad como pediatra neumóloga! A ella, nuestra admiración y cariño eterno.
Nuestra otra gran amiga doctora, VC, estuvo en primera fila atendiendo en emergencia durante todo este tiempo. Mujer brillante, fuerte, inteligente, divertida, empática e incondicional, volcó su talento en atender a sus pacientes poniéndose en riesgo como muchos doctores peruanos lo hicieron. A pesar de que toda esta situación nos mantuvo alejados físicamente, nuestra amistad y amor por ella creció a niveles inimaginables. Saber todo lo que ha tenido que pasar, y lamentar la soledad de su cuarentena por estar siempre expuesta, nos tenía con el corazón en la boca.
Ambas, MB y VC, son nuestro orgullo…y cada segundo que podemos compartir con ellas lo valoramos como oro. Gracias a ambas por tanto. De todo corazón, esperamos que la vida les recompense el gran servicio que le han dado a sus comunidades…y tengan por seguro que haremos todo lo posible para demostrarles nuestra eterna gratitud y amor.
De igual manera, hemos tenido el honor de contar en nuestro entorno con verdaderos ejemplos de humanidad y servicio en nuestros amigos doctores – y esposos – JJ y RH. También al “salvador” de la familia, el doctor AO, es usted un ejemplo para nosotros. Tampoco olvidaremos el apoyo de JV, que nos supo guiar cuando necesitamos su ayuda – a pesar de la distancia – al nacer nuestro hijo. Gracias a los 4 por tanto.
No quiero desaprovechar la oportunidad de mandarles nuestro cariño a las bomberas LO y NS, siempre dispuestas a ayudar a quienes sufren alguna emergencia. Admirable voluntariado que merece nuestro reconocimiento.
Un abrazo para todos aquellos que, por su vocación de servicio, hicieron posible que muchos estemos el día de hoy tomándonos un tiempo para agradecerles.
¡Felices fiestas!
Ricardo
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