¿Hacia dónde podría ir el Presidente Castillo si existiera un cisma en el partido que usó de plataforma para su candidatura? ¿Es viable que sobreviva 5 años en el Ejecutivo?
Si vemos la historia del último siglo, ningún Presidente y Congreso han sobrevivido todo el período para el que han sido elegidos si es que el Ejecutivo no contaba con algún tipo de mayoría en el Parlamento. No sobrevivió Bustamante y Rivero, le dieron un golpe a Belaúnde 1, Fujimori dio un autogolpe, el Congreso forzó la vacancia de PPK, Vizcarra disolvió un Congreso adverso, y finalmente él mismo terminó siendo destituido al no contar con bancada que lo respalde en el nuevo Legislativo.
A esta receta del desastre hay que agregar un ingrediente que lamentablemente está presente en nuestro menú: la precarización de los “partidos políticos”. Éstos han terminado siendo aparatos electorales impulsados por un caudillo, coaliciones de independientes unidos frente a una candidatura. Sus representantes visibles no necesariamente responden a una doctrina, o a una ideología, o persiguen un objetivo claro. Terminan siendo simples seguidores de un líder al que consideran popular, o simples operadores políticos en busca de una cuota de poder más amplia a la que tienen. En un entorno en el que priman intereses particulares, ¿Cómo podría lograr un Ejecutivo permanecer en el poder todo su periodo?
Lo que queremos exponer es que la posición que tiene el Presidente Castillo es bastante débil si es que su bancada se parte y lo abandona. Sin representación sólida en el Congreso, ¿Qué políticas revolucionarias podría impulsar el Ejecutivo? Puede, claro, migrar al centro y convocar a partidos que deseen colaborar con él (si es que hubiera interesados), pero esa acción enfurecería más al ala extremista de Cerrón.
Se vienen choques, negociaciones, movidas. Es evidente que a Cerrón nunca le ha interesado la estabilidad de la presidencia de Castillo. Su partido lo usó de candidato ante su impedimento, y cuando ya no le sea útil – o se sientan traicionados – le darán la espalda. La agenda del cerronismo nunca ha sido la gobernabilidad, sino más bien la agudización de las contradicciones y la captura del poder para ellos mismos. Si Castillo los termina, ellos le darán el vuelto. Habrá que ver qué hay ahí.
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