Después de dos meses en el cargo, el ministro de Trabajo Íber Maraví recién se presentará al Congreso para responder un pliego de preguntas formuladas por diversos parlamentarios. A esta figura se le llama interpelación, y es parte del derecho de las minorías en el Congreso, además de ser una de las funciones de fiscalización y control con las que cuenta el Poder Legislativo.
La primera pregunta que nos hacemos es, ¿esto no debió haber pasado antes? Aquellos que seguimos la política peruana por tantas décadas hemos visto cómo el Parlamento ha pegado el grito en el cielo por denuncias minúsculas – comparadas a las que tiene en su haber Maraví – y ha procedido a interpelar y censurar a ministros de manera mucho más rápida.
¿Qué ha pasado en esta oportunidad? Hemos entendido el voto de investidura al Gabinete Bellido como una suerte estrategia para evitar la disolución del Congreso, y creemos de no haber existido dicha consecuencia ese voto no se hubiera dado. Sin embargo, el haberle brindado la confianza con esa votación numérica, se nos dio el mensaje de que las bancadas de oposición aún no son capaces de tomar una decisión coordinada. Un Gabinete presidido por un personaje como Bellido, era y sigue siendo una afrenta contra nuestra débil democracia. Hubiera sido interesante ver que el Congreso, además de tomar la decisión estratégica de otorgar la investidura, tomara estas 3 decisiones:
- Otorgar la investidura con los votos mínimos necesarios. De esta manera nos mostraban sus no negociables, a la vez que mandaban un mensaje claro sobre su capacidad de respuesta, negociación y coordinación entre bancadas.
- Empezar a tramitar las censuras de los ministros más cuestionados.
- Actuar con la celeridad que correspondía ante denuncias graves.
Ninguno de esos puntos pareciera estar en la agenda de las bancadas. Por ejemplo, en el caso de Maraví, existen múltiples denuncias e indicios de que el ministro habría tenido antecedentes que lo vinculaban a atentados terroristas de Sendero Luminoso. Además, es de público conocimiento que, en menos de 24 horas en el puesto, formalizó un sindicato de maestros relacionado a Pedro Castillo al que no le correspondía dicho reconocimiento (¿conflicto de intereses?).
Si bien Castillo es el responsable de respaldar a un ministro con más denuncias que logros, el Congreso no ha actuado con la misma eficiencia que ha tenido Keiko Fujimori para perder elecciones. Pasan los días, y los peruanos seguimos esperando que los congresistas tengan el coraje de cumplir con su labor – dejando su actitud de tortuga – antes de estar pensando en el pago de la quincena.
Foto. Fuente: Congreso de la República