A raíz de la primera gira internacional que está realizando el Presidente Castillo y las primeras fotografías de la misma que salen a la luz, han saltado nuevos modistas críticos en los medios y redes sociales. Se han escuchado y leído voces de la oposición que critican duramente la vestimenta del Presidente y la Primera Dama en eventos internacionales, interactuando con funcionarios extranjeros en representación del Estado peruano.
En medio de todo esto, claro está, saltaron prejuicios, clasismo, racismo y varias taras más, propias de una sociedad discriminadora bastante centrada en lo ridículo e irrelevante. Que si la chaqueta se parece a la de Nicolás Maduro, que la blusa de jean en el evento, que el sombrero en un evento interno, etc. ¿La vestimenta es tan importante como para tener que aguantar tremendos exabruptos de gente ociosa?
Hemos tenido presidentes vestidos bien al terno europeo, robándonos entre sacos y corbatas. También hemos gozado de la ineficiencia e ineptitud de algunos que con bastante elegancia tocaban “El Cóndor pasa” con flauta traversa. Y más allá de lo anecdótico, ¿estos gestos trajeron algún significado de suma importancia para la vida política del país?
Efectivamente, para cada ocasión hay códigos de vestimenta, y puede haber trajes mucho más adecuados dependiendo del evento al que se asiste. Sin embargo, al observar el comportamiento desmedido en redes de algunos “opositores” y sus séquitos, el espectáculo resulta lamentable. Y es que, finalmente, los que se desprestigian son aquellos críticos desubicados que siguen sin entender la irrelevancia intelectual de sus comentarios clasistas.
Con esto, lo que se está consiguiendo es deslegitimar las verdaderas críticas que deberían estar en el centro del debate político. Estamos teniendo que aguantar posiciones majaderas que poco hacen frente a la grave inoperancia y ineptitud de un gobierno sin rumbo, que no ata ni desata, y que pareciera estar llevándonos lentamente hacia un precipicio. En vez de hacerle frente al Ejecutivo ante los nefastos nombramientos que realiza, las pésimas decisiones, los ministros acusados de tener antecedentes gravísimos, la misoginia que los caracteriza, y la inestabilidad económica que ocasionan, tenemos “líderes de opinión” que desmerecen su posición interpretando el papel de barras bravas que gritan críticas que los invalidan de plano.
¿Es mucho pedir que tengamos una oposición firme y decente que deje de intentar de cortarse las venas con galletas de soda por situaciones irrelevantes? ¿Resulta demasiado solicitarles que en vez de estar en la novela del fraude sin pruebas, la chismografía de la vestimenta, y tonterías conspiranoicas se concentren en hacerle una firme oposición a todos los errores fatales que comete este Gobierno? ¿No se dan cuenta de que los que quedan en ridículo son ellos?
Mientras se siguen desprestigiando las voces de los nuevos modistas y las de la oposición, el Gobierno sigue en paso firme destruyendo instituciones y generando mayor inestabilidad, a la par que se victimiza (muchas veces con justa razón, como en este caso) y adquiere mayor simpatía ante la población, gracias a una oposición que no sabe dar la talla ante tremendo reto que tiene al frente.
Foto: ANDINA/Prensa Presidencia