Si por el lado del Ejecutivo vemos que se convocan a personas que muchos consideran que no deberían pisar la administración pública, como contraparte, el Congreso no busca ser ese poder del Estado que fiscalice y a la vez sea consecuente. Existe la imperiosa necesidad de que el Ejecutivo realice de una vez el nombramiento de Julio Velarde en el BCR y que elija a los tres directores que lo acompañarían. Se le exige seriedad en la elección y que se nombren personas competentes que velen por la estabilidad de nuestra moneda.
Sin embargo, causa bastante desconcierto que el Congreso proponga a personalidades como las que hoy se han filtrado en su lista de candidatos para el BCR. Como muchos saben, el Congreso es el encargado de elegir quiénes ocuparán tres asientos en el directorio de dicha institución. Ese mismo Congreso que le exige al Ejecutivo que ponga a personas con las aptitudes necesarias en los puestos claves, hoy propone en su lista de candidatos a personajes como Richard Acuña, Daniel Córdova y Ricardo Burga, entre otros.
El mensaje del Congreso pareciera ser claro: “si no hay idoneidad en los nombramientos que hace el poder de al frente, se les debe de criticar y retirar. Pero, los nombramientos que hagamos nosotros no tienen por qué pasar por el mismo ojo crítico.” ¿De qué estamos hablando, entonces? ¿Nuevamente el doble rasero?
Daniel Córdova ha tenido el lamentable papel de ser uno de los más entusiastas denunciantes de un fraude electoral que nunca pudo probar. Desfiló en cuanto foro internacional le abriera las puertas, llevando teorías de conspiración que llegaron a abarcar similares fantasías a las que nos tenía acostumbrado la ex congresista Rosa Bartra. Además, fue uno de los integrantes de la fracasada comitiva que llevó cámaras para que lo filmen tocando el timbre de las oficinas de la OEA en Washington.
Ricardo Burga es uno de los ex congresistas de la bancada de Manuel Merino, y fue uno de los artífices de la destitución golpista que terminó con la caída de la presidencia de Martín Vizcarra. Tuvo, además, un lamentable desempeño en el último Congreso. Basta con tener acceso a internet para poner su nombre en cualquier buscador para descubrir cuán nefasta ha sido su participación en la política. Finalmente, Richard Acuña fue uno de los principales protagonistas de las múltiples maniobras inconstitucionales del 30 de setiembre del 2019 (día de la disolución del Congreso) que terminaron en una apócrifa juramentación de Mercedes Araoz.
Pareciera que presenciamos una competencia sobre quién hace peores nombramientos. Obviamente, no todos son igual de malos. En esta coyuntura, tristemente se podría ensayar un ranking subjetivo (porque depende del ojo que lo evalúe) de malos y peores funcionarios elegidos. Habiendo dicho esto, ¿es mucho pedir que se elijan a personas adecuadas en los puestos claves que se necesitan ocupar? ¿En todo el Perú no existen buenos economistas que puedan ocupar el Directorio del BCR? ¿Cómo criticar el nombramiento de Rafael Rey si seguimos en el mismo plan? ¿Cómo increparle a Castillo algo que no practican en casa?
Esperamos, sin mucha fe, que el Congreso rectifique la lista de candidatos que estaría proponiendo y que sea consecuente sobre lo que le critica, con justa razón, al Ejecutivo. Es lo mínimo que se puede hacer si se pretende levantar el dedo y señalar al otro lado. Si esto no sucede, los peruanos seremos los más afectados ya que seguiremos de rehenes en medio de este “Campeonato del Peor Nombramiento”.
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