Muchos sectores consideraron que la Presidencia del profesor rural, Pedro Castillo, traería aires de reivindicación para sectores desfavorecidos y postergados del Perú. Sin embargo, dadas las señales que da el nuevo mandatario, pareciera que el “mesías” que estaban esperando dichos sectores no daría la talla para cumplir tremendo encargo.
El respaldo que el mandatario le sigue brindando a un ministro como Íber Maraví, acusado de tener antecedentes graves de vinculación con el terrorismo, resulta indignante para muchos peruanos. Cada día es mayor la cantidad de evidencias que salen a la luz sobre la vinculación del ministro de Transporte con hechos violentos y a grupos radicales, y la indiferencia del Presidente es asombrosa.
Hay teorías para todos los gustos sobre la decisión de respaldar la permanencia de Maraví en el gabinete. Van desde la necesidad del Presidente de no modificar el cuoteo de poder que ha calculado en su primer gabinete, peleas internas, luchas de poder en la cúpula, amistades y favores, entre otras. Todas éstas resultan irrelevantes en este preciso momento, dado que la presencia del ministro es insostenible dada la gravedad de acusaciones que pesan en su haber. Una persona con esas credenciales no debería ser siquiera considerada para ocupar el más alto cargo en un ministerio. Debería quedar claro de que este no es un tema de derechas ni de izquierdas, tampoco es sobre posiciones económicas.
El Presidente, hoy por hoy, es el responsable de la permanencia del ministro en el poder. Su respaldo no es moco de pavo: es la primera vez que vemos a un Presidente en ejercicio apoyar a un acusado de haber tenido vinculaciones con el terrorismo. Sin importar si es que en los próximos días u horas finalmente es removido de su cargo, el daño ya está hecho: se han normalizado este tipo de denuncias y la “tolerancia” de este Ejecutivo ha quedado en evidencia. En un país en el cual hace pocos meses se pretendía declarar incapaz moral permanente a un Presidente por sus relaciones extrañas con un cantante, hoy tenemos un gobernante que no se sonroja por mantener en el poder a un ministro acusado de haber participado en atentados terroristas.
Este ya no sería un problema de “educar al soberano”, como lo indicaba el profesor Sinesio López en su columna de La República. Aquí hay un tema de criterio, quizás hasta de ideología.
Queda decirles a esos sectores que esperaban al “mesías” de la reivindicación que, lamentablemente se han encontrado a un simple falso profeta.
Photo by Luke Jernejcic on Unsplash