Por Gabriel Moreno Alcántara
A 3 meses que cumpla 1 año el gobierno de Pedro Castillo, queda claro que el poder los ha obnubilado, los cargos les han quedado grandes y la corrupción que tanto criticaron en campaña parecería estar también enraizada en varias gestiones ligadas al Ejecutivo. No sólo se ha tomado una serie de medidas y políticas desafortunadas, incluyendo nombramientos de personas poco calificadas para puestos tan estratégicos como un ministerio o la dirección de un organismo constitucionalmente autónomo o una empresa público-privada. Sumando a la crisis interna, la guerra en Europa del Este ha complicado terriblemente la situación económica mundial, encareciendo costos de bienes primarios o afines a la producción de alimentos y animales. Este es el caso, por ejemplo, de los fertilizantes que el Perú compra para la gestión agrícola en los valles del país. Los principales proveedores de estos productos eran rusos y con la crisis bélica, han sido suspendidas las compras por no haber condiciones seguras en Rusia. Este problema medular ha generado los reclamos de muchos sectores y gremios en el Perú, por lo que han hecho sonar sus voces de protesta con marchas, paros y hasta actos violentos que siempre habrá que condenar.
Parecería ser consigna de este gobierno esperar que las convulsiones sociales estallen antes de tomar cartas en el asunto. Aplicar acciones correctivas antes que las preventivas cuando se tienen los indicios claros que alguna crisis ocurrirá; esto es un grave error administrativamente. Todos estos hechos han generado la pérdida de confianza y apoyo de miles de peruanxs que apostaron por la Izquierda, sea por convicción o por descarte, en los comicios del 2021. En tiempos difíciles en materia económica, la ciudadanía y el pueblo que tanto invoca el presidente Castillo habrían querido recibir medidas pensadas y efectivas para atender la emergencia, pero sólo se han topado con nepotismo, vínculos con la corrupción, malos nombramientos y una ola de mentiras que abruma. ¿Cuál es ahora la nueva mentira del Ejecutivo?
Simple: el cuco de la Constituyente. Un tema que el partido Perú Libre propuso desde su campaña como uno de los “caballitos de batalla” en su eventual gestión, logró ser puesta a un lado tras conversaciones de Pedro Castillo con políticos, dando el propio presidente declaraciones ante la prensa que el tema quedaría a un lado para priorizar las urgencias del país. Ahora en la recta final de abril y con los serios problemas que el país enfrenta en la actualidad, el presidente Castillo vuelve a declarar su intención de someter a consulta popular en el proceso de las elecciones municipales y regionales el tema de instaurar una Asamblea Constituyente para redactar una nueva constitución. Se sabe que estas medidas deben pasar sí o sí por el Congreso de la República, sea por reforma constitucional en 2 legislaturas consecutivas con 87 votos, o aprobar el proyecto de ley de reforma constitucional con 66 votos y tener la posibilidad de ir lxs peruanxs a referéndum para votar este asunto. Se sabe y entiende que este ha sido un pedido medular de la Izquierda en el país; asimismo, ha sido una idea del propio Vladimir Cerrón por años. Ahora bien, ¿es prudente volver a tocar este tema en la coyuntura actual? Lo veo estéril, más aún cuando el miedo y la desaprobación al gobierno crecen de manera constante semana a semana. La ciudadanía comienza a creer que estos deseos de reinsistir con la Constituyente es más una forma de poder tomar control del poder político, económico y social con las modificaciones que quieran a la Constitución. Como Castillo no ha podido hasta la fecha poder destetarse de Cerrón, el miedo es mayor.
Por lo pronto, ante esta nueva idea del presidente del país, la presidenta de la Comisión de Constitución, Patricia Juárez, ha adelantado que la idea primigenia del presidente no sería válida y que terminaría siendo archivada. ¿El Ejecutivo lo sabe? Yo considero que sí. A pesar de ello, ¿persisten? He ahí lo curioso y raro del asunto porque uno tranquilamente podría pensar que son presiones desde el Ejecutivo para forzar el uso de herramientas constitucionales desde el Congreso que lleven a los 130 a perder su primera ‘bala de plata’, quedando vulnerables y al límite de la disolución constitucional. Se sabe que este Congreso no cometerá la torpeza del 2019 al dejarse disolver por caminar en la cuerda floja de la disolución. En columnas pasadas, ya he manifestado cuál considero yo que sería la mejor salida al problema político actual, partiendo este por aumentar las causales de acusación constitucional al presidente y también pueda instaurarse el impeachment para poder procesar políticamente a Pedro Castillo.
Finalmente, cabe precisar que revisar la Constitución de 1993, la actual, es válido y merecedor de un debate maduro y responsable en el país. Sin embargo, hay que saber cuál es el momento más oportuno para poder tocarlo. Asimismo, indicar que todo proyecto por reforma parcial o totalmente la Carta Magna debe y tiene que pasar por la revisión del Congreso en primera instancia. Han pasado casi 28 años desde la entrada en vigor de la actual y sin duda habrá realidades y cuestiones que revisar para actualizar, pero este y todos los gobiernos que vendrán tendrán que respetar el marco procedimental establecido. No permitamos nunca que la democracia se rompa por los apetitos particulares de cualquier extremo o tendencia política, ¡al Perú se le respeta!
Ilustración de Giovanni Tazza. Tomada de https://agoraabierta.lamula.pe/2021/07/15/constitucion-peruana-de-1993-cambio-o-reforma/rafaelrodriguez/