Por Ricardo Gálvez del Bosque
Existiendo tantos temas importantes que podemos tratar, desde este espacio no imaginábamos que tendríamos que escribir sobre el escandalete que algunas personas están generando sobre los baños y la identidad de género.
Y es que es lamentable constatar que vivimos en un tiempo en que una persona, con serios problemas que quizás deberían ser tratados en un consultorio, lanza un video ridículo en sus redes y éste se convierte en noticia. Antes, los comentarios desadaptados solo impactaban a un reducido grupo de personas que murmuraban sus impresiones tras escucharlos. Ahora, los medios parecieran darles un megáfono para festejarles su precariedad intelectual.
A partir de este evento, retrógrados y discriminadores aprovechan para lanzar sus opiniones de intolerancia fruto de su terrible ignorancia y falta de empatía. Y como las redes aguantan casi todo y casi todos tienen acceso a ellas, algunos se sienten empoderados para dar su parecer sobre por qué determinadas personas no deben ser tratadas con dignidad y respeto.
La excusa más común son los niños. “¿Cómo les voy a explicar a los niños determinadas situaciones?”. Explicando y ya. No los vemos tan preocupados por explicarles temas más difíciles y espinosos como la muerte, la corrupción, la maldad, la violencia, la inconsecuencia o la estupidez humana. Todo un dilema, para estas personas, el ir al baño. Quizás sus mentes explotan cuando ven que el Pato Donald se tapa de la cintura para abajo cuando sale de la ducha pero no cuando está en la calle.
Pareciera que algunos no solo van a los baños públicos para hacer sus necesidades unos minutos, sino que creen que se quedarán a vivir ahí como inquilinos precarios. Da la impresión de que la histeria desmedida surge de la suposición de que uno entra al baño a establecer relaciones de largo plazo.
“¡Oh no! ¡En el baño del aeropuerto pueden entrar personas diferentes a uno mismo!”. ¡Madre mía! ¡Qué problema! ¿Y cómo hacen cuando, luego de estar en el aeropuerto, se suben a un avión y entran al baño de éste? ¿Cómo les explican a “los niños” que todos pueden usarlo? Complicadísimo, ¿no? Seguro aterrizan y van a terapia directo y sin escalas.
Tanta cobertura sobre el tema a algunos les genera suspicacias. ¿No hay contenido más relevante que darle cabida a gente que vive discriminando? ¿O será, como dicen, un tema distractor para no tocar otros asuntos más importantes? Dada las características de aquellos que gozan mostrando su intolerancia, sospechamos que la excesiva exposición del tema no es coordinada ni estratégica. Creemos que es, más bien, una expresión más de la ignorancia que los aturde. Y la ignorancia es atrevida, lamentablemente.
Sin embargo, hemos decidido tocar el tema en este espacio para dejar sentada nuestra posición. No se debe ser tolerante con la intolerancia. No todas las opiniones son respetables, y las que discriminan a las personas por su identidad son nefastas, vergonzosas y deberían ser denunciadas.
En algo sí coincidimos con estas posiciones: nos preocupan los niños. Nos preocupa que, gracias a este tipo de personas, aprendan a ser discriminadores y crean que eso está bien. Eso sí se enseña, y es una tara de la sociedad que deberíamos erradicar.
Imagen: Composición Punto Medio. Donald Duck: Disney y www.unrealfacts.com . Cartel: difusión.