Por Martín Hernández Berrocal
Los jóvenes suelen pensarla dos veces antes de entrar en política. Y en cierta parte lo entiendo. Quizá le temen al hecho de involucrarse en una actividad que tiene una mala percepción en las personas de a pie. O quizá no saben cómo hacerlo y tienen miedo del “qué dirán”.
Sea cual sea el motivo, el factor en común existente es las ganas de querer cambiar el país. De querer ser la respuesta a los problemas que continúan aquejando a la sociedad y que, hasta el día de hoy, no cuentan con una solución viable, concreta y, sobre todo, honesta y sincera.
Pero, ¿por qué es importante hacer vida política? ¿Qué significa “lanzarse a la piscina”? Respondiendo a la primera pregunta, hay una necesidad urgente de renovar la clase política, la que vive atornillada en sus asientos y que ni siquiera tiene la capacidad de pasar del “yo al nosotros”.
El poder ingresar a un espacio político permite luchar contra el status quo, el conformismo y la miseria que tanto abunda en las calles. Todos hacemos política, hasta en las actividades más cotidianas de nuestras vidas. Cada decisión que tomamos conlleva una serie de consecuencias que afectan a un grupo determinado de personas, ya sea de manera positiva o negativa. Y es justamente eso lo que adolece nuestra política actual: la nula capacidad de poder proyectar, empatizar y construir acciones para que las decisiones que se tomen sean en favor de quienes confiaron en ellos con su voto.
Ahora, respondiendo a la segunda pregunta, cuando uno “se lanza a la piscina”, termina por comerse el pleito y emprende una lucha por darle voz a quienes no tienen voz. Es saber que lo que uno diga o haga, va a ser sujeto de crítica. Habrá algunos a favor y otros en contra, pero lo que realmente importa es luchar por los ideales de uno, por sus creencias y convicciones, con el fin de darlo todo para hacer la vida de dichas personas un poquito mejor.
No importa si tienes 18 o 50 años, si vives en Lima, San Martín, Tacna o Cusco. La misión es la misma: saber escuchar al otro, empatizar con sus necesidades y poder ser garantía de que sus opiniones serán tomadas en cuenta.
Quizá exista un temor por ir hacia un terreno desconocido. Pero cuando uno se da cuenta de cuánto impacto puede tener en un ciudadano que existan personas que los escuchan, les dedican un tiempo de su vida y los comprenden, créanme, esa es la mejor sensación. Es darle la esperanza de que su vida puede ser cambiada.
Así que lancémonos todos a la piscina, vayamos por las calles rompiendo el arquetipo clásico de hacer política “a cambio de”. Nos mirarán como los bichos raros, como los “locos que pierden un fin de semana queriendo cambiar el país”. Pero la historia ha enseñado que justamente los locos son quienes tienen las ideas innovadoras y distintas para cambiar las cosas.
Yo soy uno de esos locos. ¿Te animas tú también a serlo?
Imagen: Composición Punto Medio. Piscina tomada de https://www.elcorreo.com/alava/araba/piscinas-mendizorroza-abren-20180522130528-nt.html . Manos tomadas de https://blogs.iadb.org/ideas-que-cuentan/es/una-base-de-datos-de-instituciones-politicas-actualizada-para-una-region-en-crisis/