Por Ricardo Gálvez del Bosque
Existiendo tantos motivos para escandalizarnos con los destapes de corrupción e impunidad, lo mínimo que uno esperaría de quienes nos gobiernan es un poco de empatía en las decisiones que se toman que afectan el día a día de la gente. ¿Será mucho medir un poco más de respeto, por parte de nuestras autoridades, hacia los ciudadanos?
El 28 de abril pasado, el Congreso decidió aprobar una ley populista declarando feriado el 7 de junio que se nos avecina la próxima semana. Sin previo análisis costo-beneficio, creyendo que se congraciaban con la gente, se anunció dicha medida con bombos y platillos.
Sin embargo, pasaban los días y la medida no se publicaba en ninguna resolución. La gente, las empresas, los microempresarios, se encontraban en ascuas. Hasta el jueves pasado, nadie podía hacer las debidas planificaciones anticipadas que uno debe realizar en caso existiera dicho feriado.
Y no solo hablamos de las familias que tendrán que ver qué actividades podrán realizar dicho día. No. Las empresas deben tomar precauciones económicas, logísticas, para ver cómo atienden sus negocios si es que los abren esos días. Se tiene que revisar qué trabajadores seguirán haciendo sus labores y ver la viabilidad económica de esto (hay que pagarles extra si se concreta el feriado). Se deben ajustar cronogramas de trabajo, reagendar reuniones, reprogramar citas médicas, coordinar entre áreas, reprogramar audiencias judiciales, etc.
Sabiendo esto de antemano, nos resulta inaudito que el Ejecutivo recién comunique su decisión de observar dicha ley a último minuto, el viernes pasado. Ni una palabra antes, como si estuvieran gobernando una jauría de canes. Como si no importaran los planes de los ciudadanos, de los empresarios, de los trabajadores.
Esto nos hizo recordar a la actitud del ex presidente que estuvo a cargo del Gobierno durante la primera parte de la pandemia. Una vez destituido, el susodicho se atrevió a criticar algunas cuarentenas que decretó su sucesor ya que las programaba con cierta anticipación. El vacado cuestionó que no se anuncien sorpresivamente y a último minuto, como él solía hacer. Según él, la idea era agarrar desprevenida a la gente para no generar caos. Es decir, era una estrategia intencional.
Lógicamente, no cuestionamos la medida en sí. Pero, fuentes internas nos hacían saber que muchas de las decisiones ya estaban tomadas con días de anticipación y sin embargo éstas se anunciaban a último minuto (y de manera sorpresiva para la gran mayoría de la población) a propósito. Poco importaba cómo impactaban la vida y la salud de la gente, el lema era “que se las arreglen como puedan” y que nos agarre el terremoto con el shampoo en la cabeza y absolutamente desnudos.
Lo más triste es que muchos aplaudían la medida sin cuestionar la forma en la que se realizaba debido a que estaban frente a políticos “salvadores”. Papá Estado sabía lo que hacía y había que aplaudir como focas.
Pues, no. Parece que esa costumbre de no hacernos respetar se ha mantenido vigente. Queremos hacer un llamado de atención al respecto: merecemos respeto, cierta predictibilidad, orden. ¿Quieren un feriado más (medida que nos genera cierta oposición)? Coordinen con anticipación, y establézcanlo formalmente, como debe ser. No tenemos que aguantar pasivamente que se administren nuestras vidas de manera “chicha”.
Imagen tomada de http://elperuano.pe/noticia/214367-lo-ultimo-gobierno-observa-autografa-que-declaraba-feriado-el-7-de-junio