Por Ricardo Gálvez del Bosque
En estos días, un par de noticias han saltado en las redes sociales demostrando que hay un problema de salud mental desatendido en nuestra sociedad. Una de ellas es un video que se hizo viral en el que se ve a una mujer reventando – con un bate de béisbol – las lunas de un autobús que le habría chocado su automóvil. Otra es la de aquel abogado, conocido por sus arrebatos violentos, que le habría metido unos cuantos balazos a la puerta de la vivienda de su vecino, y unos cuantos a su carro.
En redes sociales, muchas personas aplaudieron el arrebato de la señora del bate de béisbol. La furia contenida de muchos se expresó libremente celebrando el acto de violencia. Es decir, ya no solo existe el problema y nadie lo trata, sino que ahora se festeja y se premia socialmente. ¿Por qué llegamos a esta situación?
En una sociedad en la que muchos han perdido tanto en estos últimos años, en la que nadie se siente seguro y reina el caos, no es difícil suponer que existen muchos casos de furia contenida a punto de estallar. Para este tipo de personas, muchas veces el “ojo por ojo” o el tomar la justicia con sus propias manos es la única salida viable, el único desfogue a su frustración.
Se ha vuelto parte de nuestro panorama observar que choferes, con cientos de papeletas graves e impagas, siguen manejando como orates en las pistas de la ciudad con absoluta impunidad. Es normal, es parte de. Esto, inevitablemente, genera que se vayan acumulando sentimientos de desolación, desprotección, enojo, frustración y resignación. ¿Cómo pretender que éstos no salgan a la luz en algún momento?
Por otro lado, pareciera que el Estado incentiva los detonadores desprotegiendo a los ciudadanos que actúan correctamente y generando impunidad para aquellos que ocasionan el caos generando daños a terceros. Pareciera que tenemos interiorizado el mensaje de resignación que nos dice que “estamos en el Perú”, reconociendo que nadie va a repararte cuando destruyen tu propiedad privada. Es más, sabemos en la práctica que, si un conductor salvaje arriesga tu vida cometiendo una imprudencia temeraria al volante, es muy probable que el acto quede impune. Y, “te fregaste, pues”.
Luego, al enterarnos que el abogado pistolero se ha librado de prisión, la indignación se vuelve mayor, convirtiéndose en otro nuevo detonante. A cualquiera le enfurece constatar que pueden destruir tu carro, disparar a la puerta de tu casa, y que el agresor solo obtendrá un impedimento de salida del país y un pago insignificante.
Uno escucha las justificaciones que dan los jueces y los fiscales para tamaño despropósito y se da cuenta de la precariedad de nuestro sistema de justicia. El juez se excusa diciendo que la fiscalía no hizo bien su trabajo, la fiscalía hace todo mal, y el resultado es que nadie tiene el criterio suficiente para administrar justicia resguardando la seguridad de los ciudadanos.
Es importante que nos demos cuenta de que existe un grave deterioro de la salud mental de muchos ciudadanos, y que reconozcamos que la propia ciudad convertida en jungla es un detonante importante para estallidos como éstos. También es absolutamente necesario que el Estado garantice un sistema de justicia serio que proteja efectivamente a los ciudadanos. Si seguimos en este camino caótico, pronto será imposible vivir aquí de manera civilizada.
Imagen: Composición Punto Medio. Wiesse, tomada de https://www.apnoticias.pe/peru/rpp/fiscalia-pide-nueve-meses-de-prision-preventiva-para-abogado-que-disparo-contra-vivienda-de-su-vecino-1006260 . Mujer bus: difusión. Caos, tomada de https://elsociologo.wordpress.com/2013/01/18/caos/