Por Ricardo Gálvez del Bosque
Es de público conocimiento que el Congreso, institución que acaba de elegir al nuevo Defensor del Pueblo a pesar de sus paupérrimos pergaminos profesionales, se encuentra en una campaña vehemente que busca copar todos los poderes del Estado. A todos nos va quedando claro cuál es la estrategia y qué es lo que buscan.
En ese afán, sostienen la presidencia precaria de Dina Boluarte (temporalmente, esperen a ver lo que pasará en el 2025 cuando no puedan ser disueltos), no porque la aprueben o se consideren sus aliados. Lo hacen por el simple hecho de que su permanencia en el poder les garantiza la de ellos mismos.
Siendo éste el acuerdo tácito entre ambos poderes, saben de antemano de la nula intención del Ejecutivo de ponerles algún tipo de freno. La estrategia de ambos poderes es, más bien, la de “sírvanse ustedes y nos servimos nosotros”. Es decir, impunidad y poder para ambos mientras ninguno meta sus narices en los intereses del otro.
Para Boluarte, el temor de terminar en la cárcel o con serias acusaciones fiscales es un incentivo fortísimo. Para el sector mayoritario del Congreso, el copamiento de instituciones y la inclinación de la balanza para el futuro es vital. Para ambos, la permanencia en el poder es conveniente, dado que consideran que sus intereses se verán favorecidos en estos años de tensa calma. Por eso, ni por asomo se menciona el – tan cacareado a principios de año – “adelanto electoral”.
En estos tiempos, la falta de discreción y de decoro de los parlamentarios está en plena ebullición. Empoderados, han sentido que no le deben explicaciones a la ciudadanía y no tienen ningún atisbo de vergüenza en recortar sueldos impunemente, blindar a delincuentes, nombrar a impresentables, amenazar instituciones.
Sienten que ya ganaron y que nadie los puede cuestionar. De hecho, lo que sienten, en parte es verdad. Salen las noticias sobre sus despropósitos, se hace un poco de bulla en los medios y redes sociales, y a las pocas horas la agenda nacional tiene otro escándalo que distrae a una población adormecida que prefiere mirar hacia otro lado.
Sin embargo, una cosa es el descaro y otra muy diferente es la cachita, la sorna. Ver que, Josué Gutiérrez se reúne en la Defensoría y posa en fotos con los miembros de “La Pestilencia” es un nuevo nivel de bajeza a la que estamos llegando.
Habiéndose normalizado este tipo de comportamiento, lamentablemente, vaticinamos que se vienen más golpes certeros dirigidos a diferentes instituciones. SUNEDU, ATU, Defensoría del Pueblo, Tribunal Constitucional, Junta de Fiscales Supremos y Junta Nacional de Justicia han sido y seguirán siendo los primeros objetivos. Más adelante serán el JNE y la ONPE, pero para ellos se necesitan cambios constitucionales (más difíciles de lograr). Así estamos.
Imagen: Difusión.