Por Martín Hernández Berrocal
Peleas por aquí, discusiones por allá. Definitivamente la política ya dejó de ser la noble profesión cuyo objetivo primordial era velar por el desarrollo y progreso de los ciudadanos. Ahora lo que vemos constantemente en los medios de comunicación es un perenne enfrentamiento entre las autoridades elegidas por voto popular.
Si no es la falta de respeto de un congresista hacia quienes no tienen qué comer y exige alimentos sobrevalorados con el único fin de satisfacer su hambre, es un grupo de congresistas que busca figuretear en medio de una tragedia, haciendo videos para demostrar que sí están trabajando, cuando todos sabemos que es para llenar sus cuentas de likes y seguidores. Si no es un grupo que se computa el bastión de la dignidad ciudadana y ataca a diestra y siniestra a quienes no piensan como ellos quieren que pienses, es un alcalde incapaz de asumir su responsabilidad en materia de gestión, y traslada su ineptitud a los gobiernos anteriores.
¿Es esta la labor de un representante público? ¿Por qué es tan difícil pasar del “yo” al “nosotros”?
Lo que se necesita ahora es un nuevo grupo de personas comprometidas realmente con las necesidades de las personas. Con integridad moral y solvencia ética, que sepan diferenciar que en un cargo público no hay amiguismos que valgan, no hay “favorcitos”. Se necesita renovar la política con grado urgencia. Y eso parte también por refrescar los partidos políticos, quienes muchas veces hacen de “vías expresas” para que los señores de saco y corbata aprovechen y llenen sus arcas, en vez de luchar por sacar adelante y atender las necesidades de una comunidad.
La consigna es bien fácil: No deberían participar partidos políticos cuyos líderes, dirigentes y totalidad de candidatos, estén inmersos en situaciones penales, así se encuentren con una sentencia en primera instancia. Esto permitirá recuperar la confianza en la ciudadanía, haciéndoles ver que sí hay gente honesta, proba, con un alto sentido de empatía y consideración a sus necesidades. Quien ose llevar a elección popular a alguien con un pasado que genere un ápice de incertidumbre, no puede tener siquiera la posibilidad de ser elegidos.
Adicional a ello, una adecuada reforma política debe impedir a quienes han sido condenados por corrupción, homicidio, secuestro y/o terrorismo, a postular a cualquier cargo público de por vida. Quien atenta contra su país no merece ser su defensor.
El cambio solo será posible si reconocemos nuestras falencias y dejamos de lado el egoísmo y la ambición de poder.
La historia nos va a dar una nueva oportunidad pronto. No la desaprovechemos.
Imagen tomada de: https://turello.com.ar/la-etica-de-la-politica/ , quien a su vez la tomó de: https://aopiniaopontocom.wordpress.com