Por Martín Hernández Berrocal
Si a inicios de este año me preguntaban qué opinaba sobre Dina Boluarte, su gobierno y cuál podría ser el desenlace de esta historia, probablemente habría respondido que ella debía quedarse hasta el final. Y razones no me faltaban. Sin embargo, con el transcurrir de los días, las muertes de nuestros hermanos peruanos en provincia y en Lima, hicieron que mi percepción sobre la situación cambiara drásticamente.
Para mí, Dina Boluarte debe retirarse de la presidencia antes de que sea demasiado tarde y pierda el control de este barco, que está a punto de naufragar. La presidenta del Perú debe quemar la última bala de plata que tiene este gobierno.
En primer lugar, en aras de mejorar la gobernabilidad. Si bien es cierto esto significa caer en la misma espiral que nos encontramos desde el 2016, considero que es la estrategia que debemos implementar en este momento. Al tener un Congreso que a todas luces está buscando las mil y una excusas para no perder sus beneficios (¿o de verdad creen que están trabajando por el país ahorita?), la decisión con mayor probabilidad de éxito es forzar unas elecciones.
En segundo lugar, si bien una eventual renuncia de la presidenta va a traer consigo que las reformas electorales, constitucionales y políticas que tanto reclamamos se vean postergadas de nuevo, ¿de verdad creemos que este Congreso tiene ganas de si quiera plantearlas? ¿No sería mejor que se concentren exclusivamente en una transición democrática y pacífica, mientras se deja a los próximos parlamentarios la posibilidad de ser quienes tomen el toro por las astas y comiencen con este proceso de reforma? Opino que, al menos por esta oportunidad, nos desprendamos de las reformas para poder concentrarnos en el traspaso de poder. De ahí, tendríamos 5 años (en teoría) para poder elaborar, sustentar y debatir a conciencia las distintas reformas que son necesarias para fortalecer el sistema democrático en el Perú.
Finalmente, y no por ello menos importante, un nuevo proceso electoral nos va a requerir elegir (esta vez espero que sí) de manera más sensata a nuestros futuros representantes. A estas alturas ya deberíamos haber aprendido que no podemos dejarnos guiar por partidos cuyos logos “eran bonitos”, o por el odio (justificado o no) contra una organización política.
No dejemos que el “de tin marin, de do pingüe” vuelva a decidir por nosotros.
Imagen tomada de https://www.elpais.com.uy/mundo/quien-es-dina-boluarte-la-primera-presidenta-de-peru