Por Ricardo Gálvez del Bosque
Dejando de lado la votación a favor de la investidura del Gabinete Otárola, en estos días el Congreso ha demostrado que su vocación suicida sigue incólume. Y es que, mientras el país convulsiona, los muertos aumentan y la crisis se recrudece, nuestros parlamentarios siguen mostrando sus peores caras. ¡Como si estuvieran en un campeonato para lograr ser los más incendiarios!
Como hemos explicado anteriormente, un gran grupo de parlamentarios cree que esta crisis es una gran oportunidad para imponer sus agendas políticas.
La extrema derecha busca copar la Defensoría del Pueblo (cambiando el modo de elección antojadizamente), defenestrar a los jefes de los organismos electorales constitucionalmente autónomos, vengarse de la ex Fiscal de la Nación Zoraida Ávalos, e inhabilitar a todo personaje político que consideren “caviar”. ¡Van por todo!
Por el lado de la izquierda, buscan imponer una Asamblea Constituyente a su antojo, la caída de Dina Boluarte y la censura de la Mesa Directiva del Congreso para hacerse de la Presidencia del Perú. En el camino, paradójicamente, no le hacen ascos a unirse con el otro extremo si las venganzas orquestadas son afines a sus intereses.
Otro de los grandes despropósitos que el Congreso está metiendo en su agenda legislativa ha sido el de quitarle funciones a la Procuradoría General, arrogándose el derecho de elegir sin meritocracia a su propio procurador. Como la boca es traicionera, el congresista Alejandro Soto (APP) sustentó la propuesta con la siguiente frase:
“Si el delincuente más ranqueado o el común delincuente en el país tiene derecho a elegir a su abogado defensor, ¿por qué nosotros no podríamos tener derecho a elegir a nuestro propio abogado o procurador?”
Es decir, ¿por qué otros delincuentes sí y ellos no?
Y ya que mencionamos a delincuentes, observar que el congresista Freddy Diaz (acusado de violación en instalaciones parlamentarias) sigue tranquilo en su curul resulta insultante y nauseabundo. El día de ayer, el Pleno votó la inhabilitación del susodicho, ¡y no se alcanzaron los votos suficientes para desaforarlo!
¿Cómo? Las 21 abstenciones y las ausencias hicieron que no se alcancen los 66 votos necesarios para retirar al acusado de violación sexual. Por supuesto, en ese propósito estuvieron alineados los congresistas de Perú Libre (que estratégicamente buscan contribuir a que el Congreso se desprestigie aún más), “Los Niños”, y las convenientes ausencias de parlamentarios de casi todas las bancadas.
Siendo su principal trabajo el de votar, 9 fujimoristas no lo hicieron. Pero más escandalosas aún han sido las abstenciones de Gladys Echaíz, Enrique Wong y Carlos Alva. ¿Abstenerse? ¿En serio? ¡Violación sexual, señores!
Se ha presentado una reconsideración que esperamos que pronto culmine con el desafuero de Freddy Diaz. Sin embargo, el daño ya está hecho. El Congreso pareciera querer obtener el mayor desprestigio posible, haciendo que defender dicha institución (hoy copada por múltiples impresentables) sea un trabajo martirizante.
La actitud del Congreso es sumamente peligrosa e irresponsable. Mostrar su peor cara, legislar de espaldas al país, en plena crisis, con las calles indignadas, es provocar un incendio que puede arrasar con todo y que será difícil de controlar.
Es cierto que el burro, con el tiempo, no mejora a caballo. Pero, ¡vamos! ¡No se puede ser tan necio!
Imagen: Congreso TV