Por Ricardo Gálvez del Bosque
Tras un largo período de crisis, el Perú elige a un presidente que ganó siendo un desconocido hasta poco antes de los comicios electorales. Dicho candidato fue apoyado por los sectores políticos de izquierda. Una vez elegido, la izquierda lo sigue sosteniendo a pesar de que ésta misma es despreciada por el propio Presidente en numerosas oportunidades.
Desde candidato, el Presidente trabaja su imagen usando una narrativa que busca que se le identifique como alguien del pueblo, un peruano “como tú”. Entra al poder con una bancada variopinta y minoritaria, con acusados de delitos de grueso calibre a su alrededor. Al poco tiempo de empezado su mandato es acusado de delitos de corrupción, y saltan denuncias que involucran a sus familiares en negociados ilegales.
Nombra a una persona con un pasado oscuro a cargo del Servicio de Inteligencia. Pronto, éste terminaría detenido. En su discurso y sus actos demuestra que tiene claras intenciones de cerrar inconstitucionalmente el Congreso. Quiere una Asamblea Constituyente para diseñar una nueva Constitución a su medida.
Nos preguntamos, ¿de qué Presidente estamos hablando? ¿Qué año de nuestra historia estamos describiendo? ¿1991? ¿O el 2022?
Alberto Fujimori concretó sus planes dictatoriales el 5 de abril de 1992. A partir de ahí, la degeneración y la destrucción de las instituciones democráticas se aceleraron violentamente. Pedro Castillo, quien no tiene la habilidad política de nuestro último dictador, cree que puede ir por ese camino. Sabe que el Congreso es una institución poco querida por la población, sabe que atacándola gana réditos políticos.
No se sorprendan que, si logra ejecutar esa medida inconstitucional e ilegalmente, su popularidad aumente. Este Congreso se lo ha ganado a pulso no sabiendo ejercer su labor de fiscalización, dedicándose al populismo y mercantilismo, brindando shows patéticos y lamentables.
En los 90, el Congreso realizó la juramentación de Máximo San Román, vicepresidente, para que reemplace a Fujimori. Finalmente ese acto no tuvo ningún efecto. Es cierto que, para realizar el autogolpe, Fujimori necesitó lograr una alianza con las FF.AA. Ese elemento importantísimo no existiría ahora.
¿Qué pasaría si el Ejecutivo decide cerrar el Congreso ilegalmente y éste se rebela ante el acto inconstitucional? ¿Hasta dónde quieren llegar en el Parlamento con su necedad de no debatir seriamente una salida ordenada a esta crisis? ¿Para qué promueven una vacancia para la que no tienen los votos?
Imagen: Composición PUNTO MEDIO. Pedro Castillo tomada de https://willax.tv/pedro-castillo-confirma-que-ira-el-proximo-lunes-al-congreso-y-acusa-que-hay-una-campana-demoledora/. Alberto Fujimori tomada de http://blog.pucp.edu.pe/blog/fernandotuesta/2008/07/13/el-danino-legado-de-alberto-fujimori/