Por Ricardo Gálvez del Bosque
El presidente de la Comisión de Fiscalización, Héctor Ventura, sorprendió a muchos al relatar la información que habrían logrado obtener al levantar el secreto de las comunicaciones del círculo presidencial. Se habría detectado que Zamir Villaverde (el delincuente que hizo lobbismo con Juan Silva en el MTC pagando “cien grandes”) y el sobrino del Presidente (hoy prófugo de la justicia) habrían estado en contacto telefónico con el celular del hijo de Pedro Castillo. Dichas llamadas telefónicas se habrían dado en las fechas en las que se licitó el proyecto Puente Tarata III.
De ser cierta la información que brindó el congresista Ventura, tendríamos una nueva pistola humeante que podría probar el nivel de involucramiento de Pedro Castillo en actos de corrupción. El asunto demostraría lo bajo que habría caído el Presidente al involucrar, en medio de todas sus cochinadas, a su propio hijo.
Haciendo de abogado del diablo, uno podría justificar las llamadas del sobrino hacia el hijo de Castillo. Son primos, y Arnold Castillo no tendría por qué saber de las movidas corruptas que estaría haciendo su pariente. Pero, ¿cómo se podría justificar que Zamir Villaverde se comunique con el hijo de la pareja presidencial? ¿Qué hace un lobista – que coimea para conseguir licitaciones millonarias con el Estado – hablando con el joven Arnold Castillo?
Por si fuera poco, Cuarto Poder mostró este domingo un video en el que se ve a la cuñada de Castillo (criada como hija de Lilia Paredes y el Presidente), ofreciendo obra pública a unos pobladores, junto a otro proveedor del Estado. ¿No entienden que eso podría ser considerado delito? ¿No saben qué significan “tráfico de influencias, negociación incompatible y colusión”?
Con esos dos casos que involucran a los hijos presidenciales, el helipuerto que se habría construido irregularmente a pocos metros de la casa de los padres de Pedro Castillo ya parecería ser hasta irrelevante. El nivel de putrefacción es tal que, una vez que estalla un nuevo escándalo, el hedor que éste trae disipa el olor putrefacto de los anteriores.
Para muchos, Pedro Castillo era un enigma cuando asumió la Presidencia de la República. Políticamente quizás aún lo sea: nadie sabe hacia dónde apunta, cuál es su visión de país, cuál es su norte. Pero a nivel personal, la cosa estaría mucho más clara y sería terrorífica. Tendríamos de Presidente a un maestro sindicalista que nunca se afilió al SUTEP, que jamás leyó su plan de Gobierno, que miente descaradamente a todos sus interlocutores, que sería capaz de plagiar su tesis y sentirse orgulloso al respecto, y que no tendría problemas en involucrar a sus menores hijos en actos de corrupción.
Mientras tanto, el Congreso sigue sin reformar el artículo 117 de la Constitución, lo que permitiría que se le pueda acusar al Presidente. ¡Estancados! ¿Cómo pueden seguir sosteniendo la presidencia de Pedro Castillo?
Parafraseando algunos slogans de la última segunda vuelta, por dignidad, ¡Castillo ni un día más!
Imagen: Fuente Cuarto Poder (América TV)