Por Ricardo Gálvez del Bosque
Se ha vuelto a hacer viral un pequeño video de una entrevista que le hizo Rosa María Palacios a Verónika Mendoza hace buen tiempo, en el que ésta última defiende los motivos por los cuales considera indispensable que cambiemos la Constitución. ¿Cuáles son las excusas? Garantizar la Educación y la Salud de los peruanos. Cuando se le encara de que estos derechos se encuentran en la Constitución actual, la ex candidata presidencial y aliada del Gobierno cuando éste nombraba a misóginos en puestos de poder, indica que el fraseo no necesariamente es el más conveniente. Alucinante (ver video aquí ).
Luego hemos escuchado a muchos otros que promueven la idea de una nueva Constitución hablando de un modelo fallido. Suena rimbombante. ¿Qué es el modelo? Es muchas cosas, y ninguna al mismo tiempo. Hay explicaciones de todo tipo, nada muy concreto, cosas muy gaseosas, significa todo y nada a la vez. Si quisieran ser serios, plantearían en concreto qué es lo que quieren cambiar del bendito modelo. Puntualmente: esto por esto otro. ¿No?
Hay otros que hablan de la corrupción, o de los churrumil presidentes que hemos tenido en poco tiempo, o de los tantos otros investigados y sentenciados. Entonces, una persona con buenas intenciones podría decir “Sí, pues. Hay harto corrupto miserable. ¿Ellos los condenan? Yo también. ¡Choquen esos cinco!”. Pero, a ver, ¿en qué parte de la Constitución decimos “promoveremos y aplaudiremos la corrupción estatal, buscando que los Presidentes sean cada vez más corruptos”. No, ¿no? Un problema de personas, de fallas en el Sistema de Justicia, de falta de cumplimiento de la ley, de incentivos perversos que se pueden traducir en temas de gestión, los trasladan antojadizamente a un tema constitucional.
El tema de la inestabilidad política es real. No es una excusa. Pero, ¿eso necesita de un proceso constituyente para encontrarle solución? No. La Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política planteó reformas políticas concretas que se podrían aplicar para solucionar varios de estos problemas. Así como lo leen: concretas. ¿Entonces? ¿Por qué no las tomamos, las debatimos, y las buscamos implementar?
Cuando se les acaban las excusas, hablan de que la Constitución de 1993 se redactó durante la dictadura fujimorista. Algunos, desde la izquierda, tienen la osadía de preferir la Constitución de 1979 (redactada durante la dictadura de Morales Bermúdez, y que la misma izquierda rechazó desde el principio). Es cierto, el nacimiento de nuestra Constitución es bastante cuestionable. Pero, ¿no nacieron casi todas nuestras Constituciones de esa manera? Además, nuestra actual Carta Magna cuenta con más de 20 reformas desde que fue redactada. No es, pues, la misma que nació durante el fujimorismo. Y se puede y debe reformar en muchas partes específicas.
Digámoslo claro: lo que buscan muchos es un cheque en blanco. ¿Para qué? Para hacerse del poder. Algunos buscan expropiaciones, estatizaciones y nacionalizaciones. Otros les tienen cólera a los contratos entre privados. Otros no saben ni lo que quieren. Así no, pues.
¿Quieren reformar la Constitución? Propongan los cambios concretos, aterricen sus propuestas, y empiecen un procedimiento para intentar reformarlos dentro de los parámetros que nos da la propia Constitución. Dejen de mentir.
Foto: A pensar Más con Rosa María Palacios. Radio Santa Rosa.